La apertura de este instituto en Zambia refleja la evolución de la comprensión de una comunidad sobre cómo los principios espirituales orientan la acción colectiva.
KATUYOLA, Zambia — Durante años, el camino hacia la educación secundaria en Katuyola, al igual que en tantas comunidades rurales de todo el mundo, alejaba a los jóvenes de sus hogares, obligándolos a recorrer kilómetros andando para llegar a escuelas lejanas, por una carretera que solo les permitía regresar con sus familias los fines de semana. Era un viaje que alteraba la vida familiar y exponía a los jóvenes a influencias perniciosas, en contraste con el contexto de educación moral y desarrollo espiritual que la comunidad había cultivado con mimo durante décadas.
No obstante, al comienzo del último trimestre académico, todos los caminos conducían a Katuyola. Se iniciaba un nuevo capítulo, cuando la comunidad dio otro paso hacia adelante en la resolución de los retos educativos con la creación del Instituto de Educación Secundaria Kaseloki, el primer instituto comunitario del distrito de Mwinilunga.
La reciente inauguración del instituto representó algo más que la construcción de un edificio: supuso el nacimiento de un centro educativo que promoverá iniciativas complementarias para el enriquecimiento espiritual, moral e intelectual de los jóvenes y de la comunidad en general. También reflejó la creciente comprensión de la comunidad sobre la forma en que los principios espirituales orientan la acción colectiva para abordar desafíos comunes.
Tener una visión profunda de los retos sociales
Las acciones para establecer el instituto no fue una decisión única, sino el resultado de décadas de aprendizaje sistemático sobre la forma de ofrecer educación material y espiritual desde la infancia.
El impulso creció tras una reunión nacional de las agencias educativas bahá’ís en agosto de 2022 que animó a tener una visión más amplia de los proyectos educativos. En Katuyola, la Asamblea Espiritual Local Bahá’í ayudó a traducir las ideas de aquella reunión en acción mediante la formación un equipo de educación local al mes siguiente y la creación de espacios para que representantes del ámbito escolar, padres, líderes tradicionales y locales de distinta índole y representantes de otras confesiones religiosas pudieran dialogar periódicamente.
Estas reuniones permitieron que los residentes analizasen sus aspiraciones educativas frente a los complejos desafíos locales.
Mediante diálogos y una reflexión sosegadas, los residentes, sobre todo las madres se enfrentaron a una dolorosa realidad: para que sus hijos progresasen académicamente, tenían que dejar atrás todas las actividades de desarrollo comunitario que habían propiciado su crecimiento. Muchos terminaron alquilando habitaciones abarrotadas y trabajando en empleos informales, lo que perjudicó su bienestar y su rendimiento académico.
«Veíamos cómo bajaban sus notas y cómo se desanimaban» ―recuerda Rwinia Kaumba, una de las madres―. Un instituto de secundaria no es un lujo, es el salvavidas para el futuro de nuestros hijos».
Los debates en la comunidad culminaron con una conferencia de mujeres en diciembre de 2022, que se centró en investigar el papel que las mujeres pueden desempeñar en el progreso social.
Movidas por el amor a sus hijos y por una visión del desarrollo de la comunidad, muchas madres en Katuyola se convirtieron en catalizadoras del establecimiento del instituto.
Abrir un nuevo capítulo
Más de quinientos residentes, dirigentes tradicionales, entre ellos dos jefes superiores y representantes del Gobierno acudieron a la inauguración al comienzo del nuevo año bahá’í.
Teckson Kaumba, miembro de la Asamblea Espiritual Local de los Bahá’ís de Katuyola, comentó: «Una nueva vida está surgiendo en nuestra comunidad».
Los dirigentes tradicionales reafirmaron su apoyo. El Jefe Sailung’a tomó una postura firme contra el matrimonio y el embarazo precoces, que constituyen barreras para el progreso de las jóvenes e insistió en que todas las mujeres deberían poder beneficiarse de este nuevo instituto. «Cuando se educa a una niña, has educado al mundo entero», declaró.
La jefa del pueblo, Maria Kangowani, describió el centro como un nuevo hito: «Con la educación moral y espiritual, los jóvenes están mejor preparados para hacer frente a las influencias perniciosas como el alcohol y las drogas y, en cambio, pueden contribuir al bienestar de la comunidad».
Desde un punto de vista más amplio, Hamed Javaheri, miembro del Cuerpo Continental de Consejeros en África, señaló: «Ahora estamos comenzando a visualizar un sendero, no de un solo niño, sino de muchos niños formados por toda una comunidad, generación tras generación, que fortalecen su capacidad de servicio».
El director Geoffrey Chipatela destacó la visión integral de Kaseloki: «El propósito de la educación no es solo adquirir conocimientos, sino también refinar el carácter y desarrollar el sentido de la responsabilidad moral».
Un viaje en marcha
Para los padres y madres de Katuyola, el instituto representa la continuación del desarrollo moral y espiritual que ya ha echado raíces en su comunidad gracias a décadas de actividades educativas comunitarias.
Florence Lumbilisa, que tiene a su hijo matriculado en Kaseloki, se refirió al futuro de la escuela: «La comunidad se desarrollará, generación tras generación, a medida que más personas tomen conciencia de su noble propósito».
El nacimiento del Instituto de Educación Secundaria Kaseloki consiguió el apoyo de los jefes y de los representantes gubernamentales para otra nuevo centro de secundaria en la zona, que se encuentra actualmente en fase de construcción. La creación de estos dos institutos es motivo de alegría para los residentes.
Como señaló Musonda Kapusa-Linsel, otro miembro del Cuerpo Continental de Consejeros de África, durante la ceremonia inaugural, el instituto encarna la visión de Bahá’u’lláh del enorme potencial de los seres humanos. «Considerad al hombre como una mina, rica en gemas de valor inestimable. Solamente la educación puede hacerle revelar sus tesoros y permitir a la humanidad beneficiarse de éstos».