CIB BRUSELAS — En un taller organizado este mes, que reunió a responsables políticos y actores de la sociedad civil de toda Europa para reflexionar sobre el Plan de Acción Antirracismo de la Unión Europea para 2020-2025, quedó claro un tema: el cambio duradero no solo depende de la legislación, sino también de un cambio más profundo en la forma en que las sociedades entienden la identidad humana.
El taller, con el título «Los jóvenes como catalizadores de las estrategias contra el racismo» estuvo organizado conjuntamente por la Unidad de Lucha contra el Racismo de la Comisión Europea y la Oficina de Bruselas de la Comunidad Internacional Bahá’í (CIB). Este taller formó parte de las consultas bianuales de los delegados nacionales que se encargan del desarrollo y puesta en práctica de los planes de acción nacionales contra el racismo de los Estados miembros de la Unión Europea.
Se invitó a los participantes, entre los que se encontraban los coordinadores de la Unión Europea para los derechos de la infancia y para la juventud, los delegados nacionales y las organizaciones de la sociedad civil, a analizar la forma en que se puede reconocer a los jóvenes no solo como un grupo que sufre el racismo, sino también como colaboradores activos en su erradicación.
En declaraciones al Servicio de Noticias, Alessandro Benedetti, uno de los representantes de la Oficina de la Comunidad Internacional Bahá’í en Bruselas, explicó que «los jóvenes poseen un fuerte sentido de la justicia y una capacidad innata para tender puentes entre grupos y personas».
«Cuando se fomenta su capacidad para el servicio ―continuó Benedetti―, los jóvenes pueden hacer que los debates sobre el racismo trasciendan las reacciones automáticas para construir una unidad verdadera».
Los debates se basaron en las experiencias comunitarias compartidas por los jóvenes de las Islas Canarias y de los Países Bajos, que ilustraron la forma en que las actividades de inspiración bahá’í están ayudando a que los jóvenes promuevan barrios más cohesionados.
Jóvenes procedentes de las Islas Canarias describieron el proyecto Khale, una palabra que significa «juventud» en wolof, en el que sus compañeros crearon espacios para que los jóvenes migrantes aprendan español y, en el proceso, establezcan lazos de amistad que trasciendan las barreras culturales.
Esta iniciativa, una entre tantas que forman parte de un proyecto de mayor calado bajo el nombre de «Jóvenes líderes comunitarios» ha permitido que cientos de jóvenes se vean como protagonistas en sus barrios en lugar de espectadores de los problemas sociales.
Un segundo ejemplo provino de los Países Bajos, donde la Oficina Bahá’í de Asuntos Públicos ha colaborado con el coordinador nacional contra el racismo del Gobierno en un proyecto de investigación con el título «Identidad neerlandesa inclusiva: olas de un solo mar».
Mediante una serie de mesas redondas, los participantes analizaron qué significa pertenecer a una sociedad cada vez más diversa. Las sesiones especiales con los jóvenes pusieron de relieve de qué manera estos están cultivando un lenguaje y unas actitudes inclusivas entre sus compañeros.
Para muchos asistentes, estos ejemplos arrojaron luz sobre lo que Benedetti llamó «el mosaico desaprovechado del potencial de las bases» en toda Europa.
Y puntualizó que las políticas por sí solas no pueden eliminar los prejuicios ni cambiar los corazones de las personas: «Hasta que no reconozcamos nuestra identidad humana común, solo estaremos lidiando con el racismo como un síntoma sin incidir en sus causas profundas».
«Cuando los jóvenes comienzan a actuar desde la convicción de que la humanidad es una sola familia, ayudan a sanar las divisiones desde su raíz».
Los delegados nacionales comentaron que las estrategias destinadas a para lograr la armonía racial podrían beneficiarse de estos aprendizajes. Varios de ellos señalaron que los debates les habían ayudado a ver a los jóvenes como cocreadores de las políticas, en lugar de ser meramente sus destinatarios.
Los asistentes coincidieron en que el logro de la igualdad exige algo más que la inclusión: exige fomentar la voluntad de acción.
Sobre el encuentro, Benedetti declaró que «toda sociedad dispone en su seno de los recursos necesarios para superar los prejuicios. Nuestra tarea consiste en crear las condiciones en las que estas capacidades morales, en particular entre los jóvenes, sean liberadas para beneficio de todos».