El primer templo local bahá’í de África abre sus puertas en Kenia
MATUNDA, Kenia — La primera Casa de Adoración local bahá’í en el continente africano, una presencia luminosa en Matunda Soy (Kenia), se consagró en una ceremonia inaugural el domingo 24 por la mañana.
El estribillo de «Haz de mi oración, oh mi Señor, una fuente de aguas vivas» entonado por el coro local tuvo un profundo eco en las personas congregadas en la ceremonia de inauguración. Representaban a miles de habitantes de las regiones próximas y de toda Kenia para celebrar un estupendo logro en el viaje espiritual de su pueblo.
La Casa de Adoración —denominada en los Escritos bahá’ís como Mashriqu’l-Adhkár, que significa «Lugar del amanecer de la alabanza de Dios»— posee una realidad singular. Se alza en medio de la comunidad, abierta a todas las personas como un lugar en el que la oración y la meditación inspiran a servir a la sociedad.
La ceremonia inaugural del domingo contó con la aportación de Townshend Lihanda, miembro del Cuerpo Continental de Consejeros de África a quien la Casa Universal de Justicia nombró su representante para la ocasión. El Sr. Lihanda leyó una carta (en inglés) de la Casa de Justicia dirigida a la congregación y en la que se afirma lo siguiente: «en un momento en el que el mundo está sumido en la incertidumbre, los esfuerzos de los amigos de Matunda Soy y de los alrededores han dado sus frutos con la construcción de este faro de esperanza, un motivo de júbilo y de gran alegría».
La Casa Universal de Justicia indicó que la finalización del proyecto en apenas tres años y en medio de circunstancias difíciles «supone un testimonio de la vitalidad, el ingenio y la determinación del pueblo keniano».
Entre los asistentes se encontraban representantes gubernamentales, jefes locales y de distrito, autoridades locales, representantes de las instituciones bahá’ís locales y nacionales, la arquitecta del proyecto y otros representantes del equipo de construcción.
Mourice Mukopi, jefe de la agrupación de pueblos en la que se sitúa el templo, declaró: «La característica más importante del templo bahá’í es que da la bienvenida a todas las personas de diferentes religiones para que vengan a orar».
En su entrevista con el Servicio Mundial de Noticias Bahá’ís (BWNS por su sigla en inglés), los residentes de la zona han manifestado estos mismos sentimientos: «El pueblo de Matunda Soy considera la Casa de Adoración como un símbolo de unidad», dice Andrew Juma.
Elder Khaemba, otro miembro de la comunidad local, manifiesta: «Las diferencias que existían anteriormente se han desvanecido, puesto que personas de todas las religiones se reúnen para orar en el templo».
Un anciano del pueblo, Justus Wafula, afirma: «La Casa de Adoración es un espacio en el que las fuerzas negativas de la sociedad no tienen cabida. Cuando vamos al templo, sabemos que estamos en el buen camino. Sabemos que estamos en nuestro hogar».
Neda Samimi, la arquitecta de la Casa de Adoración, explica que la apariencia del templo crea un sentido de hogar, con su forma que recuerda a las cabañas tradicionales de la región. «Un lugar de adoración es un lugar que pertenece al alma, donde deberías sentirte cómodo sin importar tu religión, y poder conectar y comulgar con tu Creador».
La Sra. Samimi describe el proceso de unificación que ha supuesto la construcción del templo.
«Todos los que han participado en el proyecto han sido muy conscientes de que esta estructura está dedicada a promover la unidad y la alabanza a Dios. Todo nuestro trabajo se ha llevado a cabo mediante reuniones de consulta que comenzaban con oraciones de distintas confesiones».
La construcción terminó este mes con dos acciones de profundo significado. Se colocó el símbolo sagrado bahá’í conocido como el Más Grande Nombre coronando la cúpula.
Y el sábado anterior, una pequeña caja ornamental que contenía polvo de uno de los Santuarios Sagrados del Centro Mundial Bahá’í se colocó dentro de la estructura de la Casa de Adoración, como símbolo de la profunda conexión entre el templo y el centro espiritual de la Fe bahá’í.
John Madahani, miembro de la Asamblea Espiritual Local de los Bahá’ís de Matunda explica cómo la vida comunitaria bahá’í de la región ha cambiado desde sus orígenes en la década de 1970. «En el pasado, apenas unos pocos bahá’ís se reunían en sus hogares para orar. Ahora más de trescientas familias celebran con regularidad reuniones de oración, orando con sus vecinos, dando la bienvenida a todos sin preguntar de qué religión son.
Y cuando comenzamos con la práctica de reunirnos por la mañana temprano en el emplazamiento del templo antes de que se iniciase la construcción, pudimos ver cómo pasar un momento juntos antes de continuar con nuestras actividades diarias tenía un poderoso efecto sobre todos los miembros de la comunidad. De no haberlo hecho, nunca habríamos visto, todos juntos al mismo tiempo, a los obreros y a los agricultores, a los jóvenes y a los padres».
Bernard Liyosi, otro miembro de la Asamblea Local, declaró: «La Casa de Adoración nos acerca a Dios mediante la adoración y el servicio. Recibimos la energía al reunirnos en el templo, energía que canalizamos en la construcción de comunidades más fuertes».