La oración despierta sentimientos de solidaridad y enriquece la vida colectiva
BUCAREST, Rumanía — En el lapso de unos pocos meses, los actos de devoción y generosidad han cobrado mayor importancia en la vida colectiva de la humanidad, a pesar de que la pandemia del coronavirus continúa trastornando las sociedades y causando gran sufrimiento.
Ivone Marlen Scărlătescu, miembro de la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de Rumanía afirma: «El impulso natural del alma a orar, a volverse hacia su Creador en momentos de alegría o de dificultad era silenciado con frecuencia y relegado al olvido por las distracciones de la vida diaria. Sin embargo, ahora con la crisis la gente comienza a volverse hacia su naturaleza espiritual, aquello que nos une a todos, y están apreciando la importancia de la oración».
Los bahá’ís de Rumanía, en respuesta al creciente interés por la oración en su país, han celebrado reuniones de oración telemáticas para todos aquellos que desearan unirse. Scărlătescu añade: «Se construyen puentes para un diálogo más amplio cuando la gente ora junta diariamente. Los corazones comienzan a latir al unísono y asistimos a una nueva forma de camaradería basada en la oración, la solidaridad y la preocupación mutua».
Estos comentarios reflejan las impresiones manifestadas por muchas personas en todo el mundo. En el Este de Borneo (Indonesia), después de que un grupo de amigos comenzase a orar telemáticamente para suplicar por el bienestar de su país, vieron lógico reflexionar sobre cómo podían ayudar a sus vecinos cercanos. Sus conversaciones han dado como fruto la iniciativa de confeccionar y distribuir mascarillas para quienes más lo necesitan.
«Cuando varias personas se reúnen para orar y para pensar en profundidad sobre el sentido de las palabras sagradas que recitan, obtienen una visión más clara de lo que es importante y se sienten más unidas. Toman decisiones y actúan para atender las necesidades que detectan a su alrededor», comenta Rina Tjua Leena, de la Oficina de Asuntos Externos de Indonesia.
Las personas que antes se sentían invisibles o que pasaban desapercibidas, incluso para sus vecinos, ven que la oración colectiva tiene el poder de hacer amigos a los extraños. En lugares donde existen templos bahá’ís, la difusión en directo de los programas de oraciones y las reuniones telemáticas de oración colectiva han atraído a mucha gente, aliviando la ansiedad e infundiendo esperanza.
En Santiago (Chile), un participante de estos encuentros de oración explica cómo el reunirse para orar ha creado lazos de amistad entre la gente que antes no se conocía.
«Los vecinos ofrecen continuamente apoyo siempre que pueden. Si alguien va al supermercado o a la farmacia, lo hacen saber a los demás por si necesitan algo».
No obstante, el sentimiento de interconexión no depende del acceso a internet. En muchas regiones del mundo, la gente ha creado redes de llamadas telefónicas para unirse en oración o han preparado emisiones de radio de programas de oraciones para sus localidades.
En Kamuli (Uganda), donde los bahá’ís han emitido diariamente programas sobre la importancia de una vida de oración, David Waiswa, residente de la zona, comenta: «Este espacio diario de oración se convierte en un momento en el que todos los miembros de la familia pueden plantearse juntos cuestiones profundas e incluso consultar sobre los asuntos de la familia.
»En una atmósfera de amor, de unidad y de comprensión creada por la oración, los miembros de una familia no solo son más considerados, sino también más conscientes de las necesidades de la comunidad de su entorno».
Hanan Ihsan, una joven jordana, reflexiona sobre los momentos de oración con sus amigos: «Lo que nos ha ayudado a sobrellevar este momento tan difícil ha sido el volvernos hacia Dios y orar juntos. Y también hablar sobre la pandemia que afecta a nuestras vidas, cómo podemos ayudarnos a sobrellevar estos duros momentos y cómo nuestra sociedad puede progresar más allá de esta crisis».