ADDIS ABEBA — En una nueva declaración publicada por la Oficina de Addís Abebala de Comunidad Internacional Bahá’í (CIB) se analiza las enormes capacidades de las comunidades religiosas para fomentar la armonía entre diversas poblaciones y liderar una transformación social de calado en toda África.
En la declaración, con el título El papel de las religiones y de los actores religiosos en promover la prosperidad material y espiritual del continente africano, se reclama una colaboración mayor entre las comunidades religiosas para solventar los acuciantes desafíos sociales que encara el continente.
Shemona Moonilal, una de las representantes de la Oficina de Addis Abeba, declaró que «desde el punto de vista bahá’í, el propósito fundamental de la religión es promover la unidad y hacer progresar la civilización tanto espiritual como materialmente».
En la declaración se destaca cómo los actores religiosos se encuentran en una posición singular para realizar aportaciones importantes a los objetivos compartidos por los Gobiernos, la sociedad civil y otros grupos, sobre todo considerando el peso que tiene la religión en las vidas de tantas personas en el continente.
Solomon Belay, otro representante de la Oficina, declaró: «El diálogo interreligioso necesita superar el mero intercambio de información y el establecimiento de relaciones para avanzar hacia una acción unificada que demuestre el poder transformador de la religión».
En la declaración se sugiere que hallamos este tipo de acción unificada allí donde las comunidades religiosas reconocen que los desafíos que afrontan las sociedades no constituyen problemas meramente técnicos que requieren soluciones también técnicas, sino síntomas de dolencias espirituales profundas que solo pueden abordarse con la aplicación de principios espirituales.
En vez de tratar los problemas sociales de forma aislada, la colaboración interreligiosa puede abordar sus causas profundas: la ausencia de justicia, la prevalencia de los prejuicios y el fracaso de la humanidad a la hora de reconocer su unidad esencial.
Belay declaró: «Cuando tradiciones religiosas diferentes se reúnen, no solamente para debatir sobre sus diferencias y sus puntos en común, sino para aplicar su conocimiento espiritual compartido a desafíos concretos, se experimenta algo muy profundo».
Y añadió: «Las comunidades empiezan a entender que la prosperidad sostenible (tanto espiritual como material) surge del fortalecimiento de cualidades como la confiabilidad, la generosidad y el servicio al bien común, cualidades que crean cimientos duraderos tanto para mantener sólidos lazos de amistad como para el progreso colectivo».
Moonilal agregó también: «Cuando los dirigentes religiosos ejercen un papel activo en guiar y mantener iniciativas interreligiosas y cuando estos esfuerzos se manifiestan con una única voz, las posibilidades son inimaginables».
No obstante, en la declaración también se advierte contra la fragmentación o el partidismo de estas iniciativas. «El compromiso espiritual supone un elemento fundamental para que los grupos interreligiosos puedan llegar a ser defensores eficaces de la superación de las divisiones y la dinamización de la acción colectiva», afirmó Lyndah Mwangi, colaboradora de la Oficina.
Y añadió: «El diálogo y las interacciones cordiales que se producen a nivel internacional y continental entre diversos dirigentes religiosos han de darse a nivel local, dentro y entre las comunidades religiosas locales».
La declaración incorpora los aprendizajes obtenidos por la Oficina en la participación en el diálogo interreligioso durante años y forma parte de la contribución continuada de la Comunidad Internacional Bahá’í en los debates sobre la forma en que las comunidades religiosas pueden trabajar juntas para resolver los retos al tiempo que se aprovechan de sus enormes recursos espirituales.