CSW

El principio de igualdad es un requisito para la paz, afirma la CIB

La delegación de la CIB estudia el modo en que los espacios locales para el diálogo permiten a las comunidades fomentar nuevas pautas de relación entre mujeres y hombres.

15 de abril de 2025
Escuche el artículo
El principio de igualdad es un requisito para la paz, afirma la CIB
00:00

CIB NUEVA YORK — En su participación en los debates de la 69ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas (CSW por su sigla en inglés), la delegación de la Comunidad Internacional Bahá’í (CIB) destacó cómo los espacios locales para el diálogo posibilitan que las comunidades promuevan una cultura de paz basada en el principio de la igualdad de mujeres y hombres.

Este año la Comisión coincidió con el 30º aniversario de la emblemática Declaración y Plataforma de Acción de la conferencia de Beijing, lo que brindó una oportunidad singular para evaluar los progresos y debatir las vías a seguir.

Durante las sesiones de la Comisión, los representantes de la Comunidad Internacional Bahá’í hicieron hincapié en que lograr la igualdad de mujeres y hombres exige una transformación en múltiples niveles, desde la conciencia individual y la dinámica familiar a las prácticas comunitarias y los dispositivos institucionales.

La declaración de la Comunidad Internacional Bahá’í ante la Comisión, con el título «Colaboración plena: el progreso de las mujeres como requisito para una sociedad pacífica», subrayaba que la verdadera igualdad exige una transformación que trascienda las reformas políticas para abordar las raíces espirituales y culturales de la desigualdad.

«A menos que reflexionemos sobre los marcos mentales y la cultura en los que nos movemos, cualquier cambio que realicemos será vulnerable a los vaivenes políticos», señaló Liliane Nkunzimana, representante de la Comunidad Internacional Bahá’í, durante una mesa redonda organizada por la Comunidad Internacional Bahá’í.

Este planteamiento refleja la visión bahá’í de que la transformación espiritual debe acompañar al cambio social. Como explicó Nkunzimana: «La igualdad no es solo una meta, sino un requisito para la paz y la prosperidad».

Explicó además que lograr una paz duradera exige la plena participación de las mujeres en todas las dimensiones de la sociedad, desde la creación de hogares y barrios en paz a la organización de instituciones económicas, la participación con los procesos educativos y las negociaciones de paz.

Esta visión refleja un futuro, agregó, «en el que todo individuo, sin importar su sexo, pueda florecer como cocreador de la sociedad».

Las experiencias de los programas bahá’ís de educación moral y espiritual en diversos escenarios proporcionaron ejemplos de cómo esta visión de igualdad y de plena participación se está llevando a la práctica. Andrea Salguero, miembro de la Oficina Bahá’í de Asuntos Públicos de Canadá, declaró: «Estos programas educativos atraen tanto a mujeres como a hombres con el propósito de fomentar un sentido de pertenencia a una comunidad».

Salguero añadió: «En estos espacios, en los que los principios espirituales como la unidad de la humanidad y la igualdad se estudian, se analizan y se ponen en práctica a través del servicio a la sociedad, vemos surgir gradualmente nuevos modelos de relaciones entre hombres y mujeres».

Estos programas educativos fomentan procesos de aprendizaje colectivo en los que se examinan las prácticas culturales a la luz de los principios espirituales. Cuando las comunidades entablan diálogos abiertos y sinceros sobre la igualdad de mujeres y hombres, con frecuencia empiezan a cuestionarse estas costumbres arraigadas que actúan como barreras para la igualdad y que pueden haber quedado sin ser analizadas durante generaciones. Gracias a estos diálogos las comunidades llegan a identificar patrones no alineados con el principio de igualdad y comienzan a vislumbrar nuevas posibilidades.

En una mesa redonda de la Comunidad Internacional Bahá’í con setenta participantes, Bani Dugal, la representante principal de la CIB ante las Naciones Unidas, destacó cómo estos procesos consultivos catalizan profundos cambios intergeneracionales. Cuando los principios espirituales, como la justicia, la unidad y la igualdad de mujeres y hombres, se analizan en profundidad en un determinado barrio o localidad, prácticas como el matrimonio precoz se analizan bajo otra perspectiva.

Dugal declaró: «Cuando los participantes en comunidades de todo el mundo piensan y consultan juntos, se envía a las chicas a cursar estudios superiores, y prácticas como el matrimonio precoz comienzan a ser cuestionadas incluso por las propias abuelas, quienes se casaron a una edad muy temprana».

Esto representa no solo un cambio de comportamiento, sino una transformación más profunda de la forma de entender el potencial de las mujeres y las niñas en el seno de las familias.

Aunque reconociendo los obstáculos existentes para el progreso de la mujer a nivel mundial, en su participación durante la Comisión, la Comunidad Internacional Bahá’í mostró una óptica basada en la constatación de un desarrollo tangible en diversos contextos en los que las actividades bahá’ís de desarrollo comunitario están consolidándose.

En la clausura de la mesa redonda, Dugal, refiriéndose a la visión de las enseñanzas bahá’ís de un mundo mejor, declaró: «Estoy rebosante de esperanza y de alegría. Sé que existen muchos conflictos en el mundo, mucho dolor y sufrimiento. Sin embargo, veo que estamos conectándonos y que hay una conciencia que no existía hace treinta años en la conferencia de Beijing.

A continuación algunas imagenes sobre aspectos destacados de las aportaciones de la delegación de la Comunidad Internacional Bahá’í a los debates de la Comisión de este año.

Carl Murrell (derecha), representante de la Oficina de Nueva York de la Comunidad Internacional Bahá’í, intervino en un acto de la Comisión centrado en el papel de las mujeres en la consolidación de la paz en el contexto de sociedades inmersas en conflictos armados, una de las doce áreas críticas de la Plataforma de Acción de Beijing 1995.

En colaboración con la Comunidad Internacional Bahá’í y copatrocinado por el Gobierno de Canadá, la Oficina Bahá’í de Asuntos Públicos de Canadá organizó un acto paralelo en el que se analizaron tres décadas de progreso hacia la igualdad de género en Canadá.

Las Oficinas de la Comunidad Internacional Bahá’í de Ginebra y de Nueva York organizaron un foro de debate en el que se analizaba cómo pueden trabajar juntas las comunidades y los individuos para fomentar la unidad, la resiliencia y la transformación duradera. De izquierda a derecha: Felix Maradiaga, presidente de la Fundación para la Libertad de Nicaragua; Azadeh Afsahi, fundadora de Iran House; Imane Karimou, representante de las Naciones Unidas, Fuerza de Paz No Violenta; y Simin Fahandej, representante de la CIB de la Oficina de Ginebra.

La Oficina Bahá’í de Asuntos Externos de Australia, en colaboración con la Oficina de Nueva York de la Comunidad Internacional Bahá’í, organizó un acto paralelo en la Comisión, en el que se destacaron los aprendizajes de las labores de desarrollo comunitario de Papúa Nueva Guinea
y se analizó el modo en que el principio de la igualdad de mujeres y hombres transforma las relaciones familiares.

Liliane Nkunzimana, representante de la Comunidad Internacional Bahá’í de la Oficina de Nueva York, comoderó una sesión informativa de la sociedad civil sobre la Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres (CEDAW en inglés). El foro analizó fórmulas para fortalecer la conexión entre los mecanismos que pretenden abordar la violencia contra las mujeres y la labor más amplia de la Comisión.

Foto grupal de la delegación de la Comunidad Internacional Bahá’í ante la Comisión.

Artículos relacionados