Brasil: Las capacidades creadas en tiempos de calma llegan a ser cruciales durante las inundaciones
PORTO ALEGRE, Brasil — En abril, el estado de Rio Grande del Sur de Brasil sufrió sus peores inundaciones en ochenta años, ocasionando una destrucción sin precedentes y un impacto considerable en la economía y la seguridad pública.
El suministro inmediato de provisiones y servicios, apoyado por el Gobierno, las organizaciones de la sociedad civil, las comunidades religiosas e innumerables voluntarios, se convirtió en una cuerda de salvación para muchas personas.
En medio de esa respuesta colectiva, los pueblos y barrios de las zonas afectadas en las que se han consolidado las labores bahá’ís de desarrollo comunitario descubrieron rápidamente la forma en la que las cualidades y capacidades para fomentar fuertes lazos de amistad, un espíritu de devoción y un sentido de unidad en los períodos de calma podían canalizarse en acciones coordinadas de socorro durante la crisis, extendiéndose más allá de la asistencia material para ayudar a las personas a no perder la esperanza, perseverar y recuperarse.
Liese von Czékus Cavalcanti, miembro de la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de Brasil señaló: «Las dificultades ocasionadas por las inundaciones no empañaron la alegría que nace de servir al prójimo.
»Esta alegría refleja una preocupación profundamente arraigada por el bienestar de los demás y una fe inquebrantable en el poder del espíritu humano para transformar el sufrimiento en esperanza».
Este poder se tradujo en acciones mediante la determinación e ingenio de grupos de familias que fueron vitales en las labores de recuperación.
Cavalcanti destacó que el principio espiritual del diálogo fue esencial para esas labores, y declaró que: «La consulta nos permitió reunir diversos puntos de vista y tomar decisiones colectivas unificadas».
En esas comunidades, en las que la consulta es un principio de vida, las familias habían obtenido experiencia en dar la bienvenida a muchas personas en conversaciones profundas sobre el desarrollo colectivo, tomando en cuenta las ideas tanto de jóvenes como de mayores, mujeres y hombres y gentes de todas las procedencias. Durante la crisis, estas capacidades hicieron que comunidades enteras entendiesen mejor su realidad, se comunicasen eficazmente, resolviesen los problemas, lograsen un sentido de pertenencia y afrontasen los desafíos con eficacia.
Esos grupos de familias actuaron como eslabones vitales, distribuyendo alimentos, agua, mantas y otros artículos de primera necesidad. Muchas personas se ofrecieron voluntarias en refugios temporales, prepararon comidas, organizaron la ropa donada y recogieron kits de higiene.
Entre aquellos al frente de estos trabajos se encontraban los jóvenes, cuyo apasionado sentido de la justicia había crecido gracias a los programas de educación moral bahá’í. Trabajaron incansablemente para socorrer a las comunidades vecinas que se enfrentaban a situaciones de extrema dificultad, ya que las fuertes inundaciones arrasaron gran parte de las infraestructuras.
Los mayores también desempeñaron un papel importante, visitando periódicamente a las personas aisladas para ofrecerles compañía y consuelo.
Estas labores se llevaron a cabo por redes a medida formadas por familias, asambleas espirituales locales bahá’ís y otras agencias bahá’ís locales y regionales.
Estas redes contaban con una subred de médicos quienes, en colaboración con organizaciones nacionales del sector privado, proporcionaron unas 5000 consultas médicas en línea.
Como parte de las constantes actividades de desarrollo, la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de Brasil busca fórmulas para apoyar a las agencias bahá’ís locales en el fortalecimiento de la resiliencia de la comunidad. Una iniciativa en Río Grande del Sur se centra en la promoción de la salud, en particular la prevención y tratamiento de enfermedades secundarias producidas por la contaminación del agua. Se ha constituido un equipo sanitario para formar a personas que sirvan como recursos claves para difundir información crucial sobre la prevención de enfermedades y la promoción del bienestar general.
Cavalcanti comparte una reflexión sobre la respuesta a la crisis: «Estos incansables esfuerzos fueron impulsados por el amor y una visión de la unidad de la familia humana inspirada en las enseñanzas bahá’ís».
Y agregó que «innumerables personas abandonaron sus hogares cada mañana, con los coches repletos de artículos de socorro y los corazones llenos de amor. Aunque los recursos fueron vitales, fue la esperanza expresada a través de la unidad y el servicio lo que verdaderamente los sustentó».