«Un trabajo artístico colectivo»: El arquitecto reflexiona sobre el proyecto del templo en la RDC
KINSHASA, República Democrática Del Congo — Pocos días antes de la inauguración de la Casa de Adoración bahá’í de la República Democrática del Congo (RDC), el arquitecto Heinrich Wolff, del estudio Wolff Arquitectos (la firma sudafricana que diseñó el templo), reflexiona sobre el periplo de transformación personal que experimentó mientras trabajaba en el proyecto.
Este proyecto ocupa un lugar especial en el corazón de Wolff. El arquitecto explica que durante su compromiso con el templo se familiarizó con conceptos de las enseñanzas bahá’ís con los que simpatizó profundamente, lo que finalmente le sirvió de inspiración para diseñar el templo.
Trabajo en espíritu de servicio
El viaje personal de Wolff durante el desarrollo y la construcción del templo no deja de ser una historia asombrosa de resiliencia y dedicación. Cuando su estudio recibió el encargo, Wolff luchaba contra un cáncer. «Me llamó la atención el sentido de desesperanza que embargaba a casi todos los que me rodeaban, la sensación de que había una cierta infelicidad inevitable en mi vida.
Y agregó: «Cuando nos percatamos de que existía una ventana de oportunidad para mi vida, llegó el proyecto del templo como una invitación».
Wolff explica que le enamoró un concepto que encontró en las enseñanzas bahá’ís: a saber, que el trabajo realizado en espíritu de servicio a la humanidad es un acto de adoración.
«La idea de que dedicar el trabajo de tu vida a los demás es comparable a la relación de un creyente con Dios es una idea muy hermosa y una forma de vida increíblemente generosa».
Y añade: «Sentí que sería fantástico trabajar junto a personas que valoran la idea de dedicar el trabajo personal a los demás, aunque nunca se llegue a conocer a quién se beneficia de los frutos de nuestro trabajo. Estaba dispuesto a dar lo que me restaba de vida a este proyecto».
Conforme avanzaba el encargo, Wolff se sometió a un tratamiento exitoso, justo antes del inicio de la pandemia mundial. «Salí del hospital y de repente el mundo se encerró y todo fue sumamente extraño. En este sentido, este proyecto se sitúa en un espacio de ensoñación porque no estábamos en la oficina», afirma y explica que gran parte del proceso de diseño se produjo mediante llamadas por videoconferencia durante su recuperación.
«Fue puro placer. Puedo asegurarles que no fue un trabajo extenuante; ni una dificultad, sino puro placer».
Más allá de su viaje personal, Woff subraya la importancia de los esfuerzos colectivos que moldearon el diseño del templo y su construcción. Elogió la dedicación del equipo de su estudio, del equipo de construcción, del equipo de dirección del proyecto y de la comunidad de la RDC, que colaboraron para garantizar el éxito del proyecto.
Una empresa común
Wolff detalla que los elementos artísticos y el diseño general de la Casa de Adoración se basan en la idea de la unión de los pueblos. El revestimiento de azulejos de la cúpula, por ejemplo, se inspira en el río Congo, cuyos afluentes recogen las precipitaciones de todo el país en un único gran río, y en la siguiente cita de los escritos de ‘Abdu’l-Bahá: «Qué bendición ha de ser cuando lleguen a juntarse todos, como otrora torrentes, ríos, arroyos, mansas corrientes y simples gotas que, al reunirse en un solo lugar, forman un enorme mar».
Wolff destacó que «los Escritos bahá’ís describen la recepción de la gracia de Dios como una “lluvia copiosa” que se derrama sobre todos por igual».
Y agrega: «La lluvia es un fuerte rasgo característico de la RDC y el diseño del edificio lo integra al incorporar elementos que celebran y dan la bienvenida a la lluvia», como los bordes en cascada de la cúpula y el espacio techado de circumambulación que se ubica debajo. «Este edificio da la bienvenida a la lluvia de la RDC».
El tema de la lluvia está bellamente plasmado en un primer boceto del diseño, al que Wolff llama «lluvia copiosa», que muestra el templo en medio de una tormenta con gente acercándose bajo un aguacero. Esta escena muestra al edificio desapareciendo en la lluvia, para subrayar la conexión con la naturaleza, la espiritualidad y la experiencia humana.
El templo, en medio de una lluvia copiosísima, actúa como santuario y como testimonio del esfuerzo y la dedicación colectivas que se invirtieron en su creación.
El diseño en sí fue el resultado de un esfuerzo conjunto, desarrollado reiteradamente con la implicación de las comunidades locales y la colaboración entre el equipo de Wolff y una artista. «Trabajamos con la artista Maja Marx, quien nos ayudó a realizar este dibujo».
Y añadió: «Hicimos varias versiones de esta ilustración, que se distribuyeron por toda la comunidad bahá’í de la RDC, y sus miembros pudieron expresar lo que la ilustración significaba para ellos».
Este planteamiento inclusivo posibilitó una amplia gama de aportaciones de fuentes muy diversas. Wolff afirma que la Casa de Adoración de la RDC es «fundamentalmente un esfuerzo artístico conjunto de un enorme grupo de personas».
Esta colaboración refleja la tradición del arte colectivo de la confección textil de la RDC, en la que tanto hombres como mujeres trabajan juntos en una única pieza, una idea que llamó la atención de Wolff y de su equipo. Este espíritu de colaboración se refleja en el alicatado exterior del templo, que consiste en unos 135 000 azulejos colocados de una manera que evoca los diseños textiles de la RDC.
El alicatado, afirma Wolff, destaca la importancia de la colaboración en la arquitectura. «Los arquitectos como individuos no deberían ser el centro de las historias que cuentan sus edificios».
Y agrega que la consulta y el diálogo fueron fundamentales en el proyecto. «Las decisiones que se toman colectivamente contienen una sabiduría colectiva».
Un momento especial en el tiempo
Wolff describió el profundo impacto que los procesos de diseño y de construcción han tenido en todos los colaboradores y comentó que «erigir un edificio de esta índole representa un momento especial en el tiempo, que une a todas las personas».
El impacto sobre los colaboradores puede conectarse directamente con los principios subyacentes a las Casas de Adoración bahá’ís, entre los que se encuentra la unidad de la humanidad. Explica que los diseños de los templos bahá’ís, al contrario que otros edificios, no exaltan a ningún individuo o grupo por encima de los demás. Más bien, enfatizan la igualdad y se construyen para todo el mundo, creando un espacio de unidad y de reflexión espiritual.
«La jerarquía es un aspecto fundamental en muchos edificios ―afirma Wolff―. La primacía de los individuos es algo común en la expresión arquitectónica; raro es encontrar edificios centrados en la igualdad».
El templo, afirma Wolff, encarna los principios bahá’ís de unidad, igualdad y decisiones colectivas, al tiempo que incorpora los elementos naturales y la cultura de la RDC. El templo representa no solo un espacio para la contemplación y la espiritualidad, sino también un símbolo de la dedicación, el esfuerzo y la experiencia compartida de todos los que han participado en su creación.
Woff explica que el proceso de construcción del templo fue una experiencia compartida única para todos los implicados, suponiendo «un momento de la historia humana».
Añadió que el período en el que se ocupó del proyecto fue una experiencia inolvidable de su vida. «El hecho de que me encuentre totalmente recuperado del cáncer hoy en día y de que sea capaz de verlo construido es una alegría inmensa en mi vida, ¡estoy encantado!».
Cuando el templo abra sus puertas en su inauguración, invitará a personas de todas las condiciones a reunirse en unidad y a celebrar su humanidad común.