Seguridad alimentaria: La CIB afirma que la resiliencia en la agricultura depende de la educación de los jóvenes agricultores
ROMA — La Oficina de la Comunidad Internacional Bahá’í (CIB) en Ginebra organizó hace poco una mesa redonda en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con el fin de analizar cómo puede el desarrollo de los sistemas educativos agrícolas afrontar los retos y las realidades de los pequeños agricultores jóvenes de las zonas rurales.
El coloquio se celebró como parte de las actividades periódicas de la Comunidad Internacional Bahá’í para contribuir al diálogo sobre la seguridad alimentaria. En él, se estudió la aplicación de los principios espirituales ―como la unidad de la humanidad, la armonía de la ciencia y la religión, y la justicia― al desarrollo de sistemas agrícolas sostenibles. El debate de la CIB coincidió con el Foro Mundial de la Alimentación de este año y reunió a los representantes de la FAO, al director del Consejo Europeo de Jóvenes Agricultores (CEJA) y a un investigador que trabaja con organizaciones de inspiración bahá’í.
En su discurso inaugural, Simin Fahandej, de la Oficina de la Comunidad Internacional Bahá’í en Ginebra, declaró: «En muchas partes del mundo, los jóvenes abandonan el sector agrícola a un ritmo alarmante, debido a que se enfrentan a retos y vulnerabilidades de una magnitud desproporcionada».
Algunos de estos retos consisten en la falta de acceso a los conocimientos, a la creencia de que la agricultura no requiere habilidades ni educación formal, y a ciertos programas universitarios de ciencias agrícolas que se centran en la teoría mientras dejan que los jóvenes luchen por aplicar esa teoría a los problemas prácticos que sus aldeas afrontan.
La investigadora Sanem Kavrul analizó las ideas que se desprenden de una red de organizaciones de inspiración bahá’í del África subsahariana que tratan de resolver algunos de estos problemas mediante programas de investigación y acción agrícola.
Estas organizaciones se esfuerzan por fomentar «el amor por las ciencias agrícolas y la agricultura [...] y desarrollar las capacidades científicas, tecnológicas y morales de los jóvenes para que contribuyan sustancialmente a la generación, aplicación y difusión de conocimientos agrícolas aplicables a sus realidades», explicó Kavrul.
Añadió que todas estas iniciativas bahá’ís de desarrollo socioeconómico se basan en el principio de que las poblaciones deben ser las protagonistas de su propio progreso material, espiritual e intelectual, y no solo receptoras de ayuda.
Este principio básico despierta en los participantes de los programas ofrecidos por las organizaciones de inspiración bahá’í el deseo de permanecer en sus comunidades y contribuir al desarrollo de sistemas agrícolas adecuados a su realidad medioambiental, económica, social y cultural.
Kavrul explicó que este es el resultado de las labores de las organizaciones por aumentar la capacidad de los jóvenes para extraer conocimientos tanto de la ciencia como de la religión.
Los programas fomentan en los participantes un fuerte sentido de propósito, ayudándoles a desarrollar sus potencialidades y a contribuir a la transformación de la sociedad. «Esto capacita a los jóvenes para sobrellevar cualquier dificultad que surja de forma natural en el proceso de producción, también en períodos de incertidumbre económica», agregó Kavrul.
Otras ideas destacadas del encuentro fueron la importancia de un enfoque participativo en el diseño de los sistemas educativos. Cristina Petracchi, directora de la Academia eLearning de la FAO, afirmó que estos sistemas deben esforzarse por «integrar las prácticas y tradiciones locales» y responder a las necesidades y realidades de los agricultores rurales jóvenes .
La Comunidad Internacional Bahá’í continuará investigando sobre la creación de sistemas alimentarios sostenibles, entre otros temas, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022, conocida como COP27, que se está celebrando actualmente en Egipto.