Mansión de Mazra‘ih: Los trabajos de conservación de ese lugar sagrado prosiguen a buen ritmo
CENTRO MUNDIAL BAHÁ’Í — CENTRO MUNDIAL BAHÁ’Í — Los trabajos de conservación en la Mansión de Mazra‘ih muestran un progreso evidente. Cabe destacar que la habitación de Bahá’u’lláh se halla ya dispuesta para las visitas.
El pasado lunes, la Casa Universal de Justicia, en una carta dirigida a todas las Asambleas Espirituales Nacionales bahá'ís, describió este lugar sagrado como «ese lugar sereno y sagrado, la primera residencia de Bahá’u’lláh tras nueve años de confinamiento entre los muros de la ciudad-prisión de ‘Akká».
Bahá’u’lláh y los miembros de Su familia se instalaron en Mazra‘ih a principios de junio de 1877. Allí recibió a los visitantes y escribió numerosas tablas.
Los trabajos de conservación, que comenzaron hace más de un año, también han repercutido en el patio y sus muros, en partes del acueducto que atraviesa la finca, en los establos, y en otros elementos estructurales cerca de la Mansión y en otras zonas del terreno.
La Casa Universal de Justicia señala además: «En los próximos años, se acometerán trabajos de conservación en las demás estancias de la Mansión, y se ajardinará la zona circundante para ofrecer un amplio espacio abierto en el que los visitantes puedan pasear y disfrutar, procurando captar el espíritu tranquilo de ese bendito lugar».
Diferentes aspectos de las obras de conservación pueden verse en el vídeo de arriba y en las imágenes que siguen.
Una vista interior de la habitación de Bahá’u’lláh.
La eliminación de las capas de pintura y yeso de las paredes reveló intrincadas pinturas de la época otomana.
Un primer plano de las pinturas florales tradicionales, enlucidas años atrás y que ahora han sido restauradas por los conservadores.
Los cristales de las ventanas en la habitación de Bahá’u’lláh se confeccionaron siguiendo las técnicas tradicionales de soplado de vidrio.
Estas son ventanas por las que Bahá’u’lláh miraba los huertos, las colinas y el mar.
Se ha devuelto su ubicación original a un muro exterior de la Mansión, adyacente a la habitación de Bahá’u’lláh, y se ha reabierto un pasaje que se había sellado. A la izquierda hay una fotografía tomada antes de la restauración y a la derecha una vista actual de la misma parte de la casa.
La eliminación de la pintura y el yeso de las paredes exteriores de la habitación de Bahá’u’lláh reveló los contornos de las ventanas originales, que se habían rellenado con mampostería. Aquí se ven instantáneas de parte de la fachada oriental de la habitación en diferentes fases de los trabajos de restauración de las ventanas.
En el patio adyacente a la casa, se ha pavimentado de nuevo el camino, y los muros han pasado por varias fases de reparación, como el refuerzo de su interior y la aplicación de un nuevo enlucido.
Durante el proceso de restauración de los muros del patio, se trabajó sobre varias inscripciones que datan de mediados del siglo XVII y que ahora quedan a la vista. En la foto se observa uno de estos grabados que representa un barco de vela típico de ‘Akká en aquella época.
Al fondo del patio, los trabajos de excavación han sacado a la luz unas escaleras que conducen a la cocina, que se ubicaba en el exterior de acuerdo con la práctica de la época. También se ha construido un techo de madera para la cocina.
En los establos se ha realizado un techo de madera, se han reforzado los muros y se ha restaurado el suelo.
Se ha restaurado parte de un acueducto que pasa por el lugar.
El acueducto se encontraba en desuso en la época de Bahá’u’lláh, pero se reconstruyó y comenzó a funcionar por sugerencia suya en respuesta a un ofrecimiento de servicio por parte del gobernador de ‘Akká.
Otra imagen de una parte del acueducto restaurado que atraviesa Mazra‘ih.
Al norte del edificio se descubrió un pozo, único en la región por su gran tamaño y su construcción de mampostería.
Junto al pozo se encuentra una alberca de gran tamaño, en la que se han restaurado y reforzado los muros y el suelo.
Tras nueve años de confinamiento en la ciudad-prisión de ‘Akká, en esta zona Bahá’u’lláh pudo contemplar por primera vez la belleza y el verdor del campo.