Igualdad de género: Los cambios empiezan en el seno de la familia, afirman los bahá’ís de Sudáfrica
JOHANESBURGO, Sudáfrica — La pandemia ha reavivado en muchas sociedades las posibilidades de progreso cuando, inspiradas por ideales nobles, las personas se reúnen para hacer frente a las desigualdades, como la brecha racial, las dificultades económicas, el acceso a la educación y a la sanidad, y los derechos de las poblaciones marginadas.
Al mismo tiempo, la crisis sanitaria mundial ha agravado muchos de los problemas ya existentes, siendo el principal la violencia contra las mujeres, descrita por las Naciones Unidas como «la pandemia en la sombra». En Sudáfrica, el presidente Cyril Ramaphosa centró la atención a nivel nacional sobre este tema en una carta abierta (en inglés) semanas después del primer confinamiento nacional en marzo de 2020.
Como parte de las actividades para contribuir a ese diálogo nacional, la Oficina Bahá’í de Asuntos Externos de Sudáfrica pone de relieve el papel de la familia en la promoción de la igualdad de género a través de una serie de debates con funcionarios gubernamentales, agentes de la sociedad civil y profesores universitarios.
«La igualdad de mujeres y hombres no aspira solo a ser un ideal a alcanzar en nuestra sociedad, es una verdad sobre la naturaleza humana. Como miembros de la raza humana todos tenemos una identidad compartida, un alma que no tiene género», afirmó Mlingane Poswayo de la Oficina Bahá’í de Asuntos Externos en la reunión celebrada la semana pasada.
Y añadió: «La familia constituye un entorno poderoso en el que se puede nutrir la conciencia sobre esta verdad y ponerla en práctica. Por lo tanto, la educación moral en la igualdad de las mujeres y los hombres resulta fundamental desde temprana edad dentro de la familia y de la comunidad».
Bapaletswe Diphoko, fundador de la Fundación Actos Valientes, recalcó la necesidad de educación moral: «No existe una estrategia universal para educar a los jóvenes en materia de igualdad de género. Por lo tanto, nos basamos en nuestra cultura y en las normas sociales para buscar guía, y algunas están obsoletas».
Destacando la importancia del cambio cultural, Tlale Nathane, universitaria y trabajadora social, afirmó: «En el pasado, las mujeres recibían el trato de inkosikazi, un término respetuoso (en zulú), y ocupaban un destacado papel en la familia y en la comunidad, en el liderazgo y en la toma de decisiones. No obstante, han aparecido ciertas actitudes y prácticas que han erosionado la posición de la mujer en nuestra sociedad».
«Quiero ver cómo progresan las familias sudafricanas sobre la base de la igualdad de las mujeres y los hombres», agregó.
Reflexionando sobre los diálogos, Shemona Moonilal, miembro de la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de Sudáfrica, comparte una visión esperanzadora basada en las experiencias de los programas educativos bahá’ís. «En estos programas, las chicas y chicos aprenden juntos sobre las cualidades y principios espirituales que les ofrecen oportunidades, desde los primeros años de sus vidas, de verse como iguales y de promover una cultura de colaboración».
Y añadió: «Las actitudes y puntos de vista que se consolidan en estas actividades también desarrollan en ellos la capacidad de servicio a la sociedad. Los jóvenes aprenden a consultar juntos, a tomar decisiones y a emprender acciones de manera unida para el bienestar espiritual y material de sus comunidades.
»Vemos que, al aumentar el número de jóvenes que participan en este proceso en barrios y localidades por todo el país, las expresiones de la igualdad entre las mujeres y los hombres son cada vez más pronunciadas y los lazos espirituales que unen a las familias se fortalecen».
La Oficina de Asuntos Externos proyecta celebrar más diálogos sobre temas como el papel de los hombres y de los chicos en la promoción de la igualdad de género.