«Crear una historia inclusiva»: Una publicación australiana se centra en la identidad compartida
SÍDNEY — ¿Cómo puede una sociedad con una diversidad de puntos de vista respecto a la historia, la cultura y los valores, algunos aparentemente tan dispares entre sí, forjar una identidad común que trascienda las diferencias y no conceda privilegios a determinados grupos o desvirtúe el valor de los demás?
Los bahá’ís de Australia se embarcaron en un proyecto de dos años de duración para analizar este tema y otros análogos con cientos de participantes, entre ellos funcionarios del Gobierno, organizaciones de la sociedad civil, periodistas y numerosos agentes sociales de todos los estados y territorios.
Podcast — «Crear una historia inclusiva»: Una publicación australiana se centra en la identidad compartida
Los bahá’ís australianos publican un estudio sobre la cohesión social después de dos años de diálogos entre funcionarios del Gobierno, profesores de universidad, agentes sociales y gentes de todo el país.
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La nueva publicación titulada Crear una historia inclusiva (en inglés) constituye el resultado de estos diálogos. Se ha divulgado la semana pasada en una conferencia nacional de cinco días de duración sobre la cohesión social y la inclusión organizada por la Oficina de Asuntos Externos de la comunidad bahá'í australiana.
En la sesión inaugural de la conferencia, la gobernadora de Nueva Gales del Sur Margaret Beazley compartio sus reflexiones sobre el importante papel que el Gobierno y las instituciones pueden ejercer para fortalecer los lazos entre los ciudadanos.
«La inclusividad de estos debates que han llevado al estupendo documento bahá’í Crear una historia inclusiva [...] es en sí mismo un magnífico ejemplo de una institución que invierte tiempo y se pone en marcha para comprometerse en un proceso discursivo a distintos niveles con una población de múltiples orígenes, géneros, capacidades y discapacidades, culturas y confesiones religiosas».
En otra sesión de la conferencia, la diputada Anne Aly citó la declaración de Bahá’u’lláh: «La tierra es un solo país y la humanidad sus ciudadanos». Añadió: «Creo que es el punto de partida de la cohesión social: vernos como ciudadanos iguales de un mundo que se extiende más allá de las fronteras nacionales, que va más allá de las diferencias de raza, de religión, de posición social o económica.
»Esto es lo que más me atrae de la Fe bahá’í. Este objetivo central de igualdad de la humanidad».
Propiciar un proceso de aprendizaje
Ida Walker, de la Oficina de Asuntos Externos, describe los comienzos del proyecto: «En 2017, el discurso sobre la cohesión social aparecía con fuerza en el escenario nacional . Existía una enorme necesidad en aquella época, como todavía la hay, de espacios de unión en los que la gente pudiese analizar este tema, libres de limitaciones, y disponer del tiempo suficiente, sin voces dominantes, para que las personas pudiesen escuchar y ser escuchadas».
Para 2018, la Oficina de Asuntos Externos ya se había comprometido con este discurso a un mayor nivel. Con el estímulo de diferentes agentes sociales y de departamentos del Gobierno, comenzó a tomar forma la idea de Crear una historia inclusiva.
«Sabíamos que el proceso tenía que involucrar a distintas voces de diferentes realidades de todo el país, tanto del este como del oeste, rurales y urbanas y desde el nivel local hasta el nacional. Y para que esto pudiera ampliarse, necesitábamos a muchas personas que pudieran facilitarlo», comenta Walker.
Para mediados de 2019, se celebraron pequeñas reuniones en unos cuantos estados. Conforme se fueron identificando a un mayor número de facilitadores en distintas regiones del país, se pudo aumentar el número de reuniones. Ida Walker detalla: «Las sesiones de orientación ayudaron a los facilitadores a reflexionar en profundidad sobre las cualidades y las actitudes necesarias para crear espacios de unión. Estas sesiones les dieron la oportunidad de pensar sobre cómo podían formular preguntas de profundización.
Un factor determinante fue que los facilitadores residiesen en las zonas donde se organizaban los encuentros, para garantizar la familiaridad con los problemas y las preocupaciones locales. Este planteamiento, para sorpresa nuestra, supuso que tanto los facilitadores como los participantes pudiesen proseguir sus conversaciones en los intervalos de las sesiones mensuales, resultando en un creciente entusiasmo e interés entre los participantes por continuar con el proceso».
El proyecto finalmente permitió mantener sesiones mensuales simultáneas en diferentes estados, llegando a un total de 50 mesas redondas.
Superar las diferencias
Uno de los participantes en los espacios de debate abordó la necesidad de lazos más profundos entre los diversos pueblos del país: «Lo que vemos en Australia es que muchos caminos distintos han venido a confluir en una situación singular para crear un nudo de narraciones de la historia que se hallan unidas [...] pero ¿qué disposición tenemos ahora para entrelazar estas historias? [...] Si no estamos conectados, entonces somos todos esos elementos separados sin relación alguna entre sí».
«Si Australia está en proceso de construcción, ¿qué disposición tenemos para crear algo nuevo?».
Ida Walker explica que la promoción de la diversidad en todas las esferas de la sociedad, aunque esencial, no es suficiente por sí misma para acercar a la gente o crear consenso sobre cuestiones vitales. «Las historias de los pueblos indígenas, de los colonos europeos y de los migrantes más recientes deben ser expresadas y también conciliadas.
Cuando la Oficina de Asuntos Externos comenzó a ocuparse del discurso sobre la cohesión social, escuchamos a muchos actores sociales afirmar que estas historias corrían paralelas unas de otras pero sin conexión entre sí. Este proyecto ha permitido que diferentes segmentos de la sociedad descubran una narración de la historia que permitiría a todos los pueblos de nuestro país verse en un recorrido común».
Al inicio del proyecto, los participantes en el proceso debatieron la forma en que cualquier intento de trascender las diferencias tendría que plantear la cuestión de la historia. Basándose en las ricas aportaciones de estas conversaciones, Crear una historia inclusiva comienza con este tema, en una sección titulada «¿Dónde hemos estado?», que dirige la atención hacia la rica y antigua historia del territorio y destaca los desafíos y oportunidades de la actualidad: «Un hilo común que atraviesa nuestra historia son los relatos de los buenos y de los malos tiempos, de los momentos dignos tanto de vergüenza como de orgullo. Ninguna nación cuenta con un pasado impoluto, sin embargo, quienes sufrieron desplazamientos y penalidades, en particular los pueblos indígenas, han demostrado una enorme resiliencia. El poder del espíritu humano para trascender la injusticia y superar las crisis es una característica básica que ha enriquecido y ha dado forma a la evolución de nuestra sociedad».
Identificar los valores compartidos
Los participantes en el proyecto reconocieron que, si bien en principio fue difícil identificar los valores comunes, esto en sí era una de las exigencias para superar las barreras hacia mayores grados de armonía. Venus Khalessi, de la Oficina de Asuntos Externos bahá'í, describe el efecto que la pandemia ha tenido sobre la capacidad de los participantes para desarrollar un mayor sentido de identidad compartida. «Al principio, había dudas entre los participantes a la hora de hablar sobre valores por miedo a ofender a los demás. Pero cuando la pandemia estalló, todo el mundo vio que, cuando se enfrenta una crisis, las personas nos volvemos más amables, generosas y abiertas con los extraños. Esto tuvo un impacto considerable sobre cómo nos veíamos como sociedad y sobre nuestra capacidad para articular los valores que deseamos que perduren más allá de la crisis. Nuestros valores humanos compartidos se convirtieron en un punto de referencia, incluyendo principios espirituales como la justicia, la compasión y nuestra unidad inherente».
Estos diálogos han revelado que se requiere una capacidad vital para identificar los valores compartidos, que se describen en la publicación como una «apertura hacia la adaptación y la flexibilidad para abrazar creencias, valores y prácticas que son útiles a la hora de enfrentar los problemas actuales y descartar los que estén obsoletos».
Algunos de los valores, cualidades y características identificadas por los participantes y recogidas en la publicación son: la unidad de la humanidad y la unidad en la diversidad; la consulta como medio para la toma de decisiones colectiva; el reconocimiento de la nobleza y la dignidad de todas las personas; la colaboración, una actitud de aprendizaje en todos los asuntos y una apertura hacia nuevos modelos de vida.
Ampliar el diálogo
Ida Walker puntualiza que esta experiencia ha demostrado que el reto de hallar un terreno común no es la falta de valores compartidos, sino más bien la falta de espacios en los que las personas puedan conocerse unas a otras a un nivel más profundo, y declara: «Los problemas que estamos experimentando no los puede resolver un grupo para otro. Vemos una capacidad grande en el país que puede liberarse simplemente ofreciendo espacios en los que los valores y puntos de vista compartidos pueden promoverse y traducirse en acciones. Muchas personas, al formar parte del proceso de debate, han fortalecido su determinación de contribuir a la sociedad».
Brian Adams, director del Centro para el Diálogo Interreligioso y Cultural en la Universidad Griffith en Queensland, quien sirvió también en la Junta Consultiva de Crear una historia inclusiva, comenta sobre el proyecto: «No intentamos crear una identidad amplia de forma artificial. Intentamos desenredar los hilos que componen nuestra identidad y tejerlos todos juntos en esta historia. […] [Este proceso] es algo que se realiza a través de la colaboración, la escucha respetuosa y mucho trabajo para crear esa identidad juntos».
Natalie Mobini, directora de la Oficina de Asuntos Externos bahá'í y miembro de la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá'ís de Australia, explica las posibilidades que existen de involucrar a muchos más segmentos de la sociedad como resultado de las relaciones desarrolladas entre las instituciones, el Gobierno y la sociedad civil en este proceso. «Cuando la Oficina de Asuntos Externos se embarcó en este proyecto, no creo que tuviésemos idea de las dimensiones que iba a tomar. Uno de los resultados más prometedores del proyecto son las relaciones que se han entablado entre los participantes en el mismo. Ha surgido una red de personas que se extiende por todo el país, desde grupos y líderes comunitarios a nivel local hasta los departamentos gubernamentales estatales y nacionales».
En sus observaciones durante la conferencia, la doctora y diputada Anne Aly, se inspiró en los contenidos de la literatura académica para profundizar en cómo las nuevas ideas sobre la cohesión social pueden calar más profundamente en la sociedad. «De la misma forma en la que consideramos que la paz no es simplemente la ausencia de guerra, la cohesión social tampoco puede considerarse como la ausencia de discordia o de desunión en una sociedad». Prosiguió diciendo que la cohesión social no debe tratarse como un campo político acotado, sino que todas las líneas políticas han de contribuir a una sociedad más cohesionada.
La diputada Anne Aly también hizo referencia al siguiente pasaje de los Escritos bahá'ís, mencionando su pertinencia para los debates sobre la cohesión social: «Sé generoso en la prosperidad y agradecido en la adversidad. Se digno de la confianza de tu prójimo y mírale con rostro resplandeciente y amistoso. [...] Sé como una lámpara para quienes andan en tinieblas, una alegría para los entristecidos, un mar para los sedientos, un asilo para los afligidos, un sostenedor y defensor de la víctima de la opresión. […] Sé un hogar para el forastero, un bálsamo para el que padece...»
El documento Crear una historia inclusiva, las grabaciones de las sesiones de la conferencia e información detallada sobre el proyecto se encuentran disponibles en la página web (en inglés) de la Oficina de Asuntos Externos de la comunidad bahá'í australiana.