«¿Cómo puede ser que un edificio capture el espíritu de «unidad», o de un lugar sagrado, o que imponga un silencio imperante sin instigación alguna? El espacio interior se retuerce hacia lo alto como en un vórtice, culminando en el óculo en el que se encuentra la inscripción «Oh Tú Gloria del Más Glorioso». Los asientos se orientan hacia Haifa y hacia el santuario del Báb, el precursor de Bahá'u'lláh... pero ¿por qué acude la gente en masa al templo bahá'í? ¿Es por el jardín, plantado con especies autóctonas y cuidado con sumo amor por los voluntarios, o por las vistas sobre Santiago y los impresionantes atardeceres, o por el curioso objeto que se engarza en las montañas? El templo es el ancla... Por la noche, la opacidad de la envoltura exterior de vidrio fundido y la translucidez del mármol portugués se invierte y la cúpula parece brillar etéreamente desde el interior... El templo no solo ha proporcionado un centro focal para la comunidad bahá'í sino también, en su compromiso de «servicio» al vecindario y su bienestar», escribe el ex presidente del Real Instituto de Arquitectos Británicos y miembro del jurado, Stephen Hodder.