Integrar los conocimientos de la religión al desarrollo
BRUSELAS - La semana pasada, la conferencia anual más importante de Europa sobre desarrollo social y económico reunió a más de 8 000 participantes, entre ellos líderes sociales y organizaciones no gubernamentales, para abordar la cuestión de las desigualdades mundiales.
La conferencia, denominada Jornadas Europeas de Desarrollo (JED), reflejó un cambio que está ocurriendo en el pensamiento sobre el desarrollo. Cada vez se reconoce más que el desarrollo económico y social no debe verse como una actividad que un grupo realiza para otro. Tampoco es más viable ignorar las aspiraciones y convicciones espirituales de una población y la contribución vital que la religión hace al desarrollo.
«No es aceptable ver a las masas de la humanidad como receptores pasivos de ayuda», explicó Rachel Bayani, representante de la Comunidad Internacional Bahá'í (CIB) y moderadora de una de las mesas redondas de las Jornadas llamada ¿Qué tiene que ver la religión con esto?, celebrada el 18 de junio. «Cualquiera sea la naturaleza de la ayuda externa, la actividad de desarrollo debe surgir dentro de una comunidad y pertenecer a las personas e instituciones que la llevan a cabo».
Coorganizado por Visión Mundial Internacional, ACT Alianza, Ayuda Islámica (Islamic Relief Worldwide), Pan para el Mundo (Brot für die Welt), EU-CORD Network y la Comunidad Internacional bahá'í, el panel exploró cómo los grupos religiosos y las organizaciones religiosas constituyen un componente importante de la capacidad local en muchos entornos.
«La fe y la religión son lo que motiva a la mayoría de las personas en el mundo, para bien o para mal. Es difícil ver cómo puede surgir una actividad de desarrollo y pertenecer a la gente en el terreno si esos elementos esenciales no son parte de la ecuación», afirmó la Sra. Bayani en su discurso de apertura.
Seis panelistas de Europa, Sudamérica y Asia se unieron a una sala repleta en una discusión que buscaba ir más allá de las concepciones simplistas de la religión como buenas o malas en el contexto del desarrollo. La discusión transmitió un entendimiento más matizado, lo que permitió una exploración genuina del potencial de la religión para una transformación constructiva.
El reverendo Christo Greyling de Visión Mundial Internacional describió la importancia de trabajar con comunidades confesionales locales para crear políticas y prácticas de desarrollo en conjunto, teniendo en cuenta las aspiraciones, esperanzas y creencias de las verdaderas partes interesadas, las poblaciones locales. «Deben comenzar específicamente con los principios universales de los valores sobre los que ya están de acuerdo, valores como la dignidad del ser humano, la necesidad de defender la justicia», declaró el reverendo Greyling.
Otros panelistas se hicieron eco de la importancia de empoderar a las poblaciones locales, como Henriette Geiger, de la Dirección General de Cooperación Internacional y Desarrollo de la Comisión Europea: «No se puede imponer nada desde fuera. Solo se puede trabajar con lo que se tiene a nivel local».
Otros oradores destacaron la necesidad de disociar la religión y la tradición y ver que muchas creencias y prácticas prevalecientes en una población no se originan en las Escrituras religiosas. «Necesitamos leer y entender los textos con mentes más progresistas y abiertas y pensar acerca de lo que es la religión verdadera, que trata de cosas espirituales ... y no entrar en la trampa de la tradición que se presenta como religión», afirmó Mohammad Abou Zeid, un juez de alto rango del Tribunal de Familia de Saida, Líbano.
El espacio abrió una rica discusión entre los actores religiosos y los responsables de formular las políticas, salvando una brecha histórica que ha demostrado ser improductiva y perjudicial para un importante progreso. Más de 70 personas asistieron al evento. La mesa redonda puede escucharse aquí.