Haciendo avanzar un discurso sobre la unidad racial en EE. UU.
WASHINGTON — Desde sus comienzos, la Comunidad Bahá'í de los Estados Unidos se ha dedicado a la causa de la unidad racial. Este fuerte sentido de misión en los bahá'ís americanos fue encendido por Abdu’l-Bahá durante su visita a América del Norte en 1912, cuando a menudo los amonestaba a que no vieran diferencias entre blancos y negros y que aceptasen que todos pertenecen a una sola raza humana.
Hoy en día, la comunidad bahá'í ha estado reflexionando sobre cómo puede contribuir mejor a la causa de la unidad racial en medio de una creciente conciencia en el país sobre el arraigo de los prejuicios y la injusticia estructural. «El discurso sobre el tema racial en los Estados Unidos ha vuelto a surgir en la conciencia nacional —explica P. J. Andrews en el episodio de podcast más reciente del Servicio de Noticias Internacionales Bahá'ís—. Por lo tanto, es realmente inevitable tener un diálogo sobre racismo en Estados Unidos. Y creemos que hay mucho que aportar desde la perspectiva bahá'í».
En la larga dedicación de la comunidad bahaí a la unidad racial se percibe un renovado sentido de propósito. Una de las formas en que los bahá'ís estadounidenses han estado trabajando para esta causa es a través de su participación en el discurso público. La participación en los discursos se produce en numerosas iniciativas de construcción comunitaria a nivel local, en cientos de proyectos y actividades para la acción social, en la participación de miles de personas a nivel profesional y en otros entornos públicos así como en los esfuerzos oficiales de la comunidad bahá'í en el escenario nacional.
A nivel nacional, la Oficina Bahá'í de Asuntos Públicos de Estados Unidos está en primera línea. En el último episodio de podcast del Servicio de Noticias Internacionales Bahá'ís, dos miembros de su equipo, el Sr. Andrews y la Sra. May Lample, discuten sobre los esfuerzos de la Oficina por participar en espacios sociales constructivos que exploran la justicia racial y la unidad.
La Oficina Bahá'í de Asuntos Públicos ha participado durante mucho tiempo en discursos prevalecientes en los Estados Unidos, como el desarrollo sostenible, el avance de las mujeres, los derechos humanos y, en los últimos años, el tema racial. La Oficina ha pasado los últimos dos años asistiendo a foros sobre racismo en todo el país, reuniéndose con algunos de los principales pensadores sobre la cuestión y aprendiendo con y de actores sociales de ideas afines. También han estado introduciendo en el discurso información importante de las enseñanzas bahá'ís. En sus esfuerzos por promover la unidad y contribuir a las discusiones centradas en el mejoramiento de la sociedad, la Oficina ha interactuado con legisladores y funcionarios gubernamentales y ha colaborado con organizaciones de la sociedad civil y actores de los medios de comunicación.
Una de las preguntas que la Oficina se plantea es qué papel juega la fe para superar los prejuicios arraigados y la injusticia estructural. Las comunidades religiosas en los Estados Unidos han tenido una relación complicada con el racismo. La religión ha inspirado grandes actos de sacrificio y heroísmo para el bien mayor pero también se ha utilizado para justificar la opresión y reforzar la alteridad.
Conscientes de la naturaleza compleja y multifacética de la contribución de la religión a la unidad de la sociedad, el Sr. Andrews y la Sra. Lample reflexionan en el episodio de podcast sobre una iniciativa incipiente emprendida por la Oficina, una serie de conversaciones a nivel nacional llamada Diálogos sobre la fe y el racismo. Estas reuniones reúnen a los actores sociales en la capital de los Estados Unidos para superar y trascender los prejuicios raciales. Son una de las muchas formas en que la Comunidad Bahá'í de EE. UU. se esfuerza por curar las heridas del racismo y explorar un camino unificador hacia adelante.
Los Diálogos sobre la fe y el racismo se centran en los conceptos e ideas que subyacen a la acción, explican el Sr. Andrews y la Sra. Lample en la entrevista. Su objetivo es elevar las discusiones por encima de la acritud y la contención que a menudo impiden el avance del discurso sobre el tema racial en los Estados Unidos.
La comunidad bahá'í no es ingenua acerca de la magnitud del desafío que enfrenta la sociedad. Los Diálogos sobre la fe y el racismo, dicen el Sr. Andrews y la Sra. Lample, son un ejemplo modesto entre las muchas maneras en que los bahá'ís en los Estados Unidos participan en el discurso sobre la unidad racial. Y estas iniciativas en todo el país deberán expandirse e intensificarse en los próximos años.
Estos esfuerzos se basan en un largo legado dentro de la comunidad bahá'í. Desde su mismo nacimiento, los bahá'ís en el país han estado tratando de resolver el problema del prejuicio racial, que Shoghi Effendi ha descrito como «el problema más vital y desafiante que enfrenta la comunidad bahá'í (estadounidense) ...». ‘Abdu’l-Bahá inspiró a los bahá'ís estadounidenses a iniciar una serie de conferencias de amistad racial a principios del siglo XX y guió pacientemente a una comunidad racialmente diversa a luchar contra las fuerzas del prejuicio y la desunión.
Durante su visita a Norteamérica, 'Abdu'l-Bahá habló sobre la unidad racial en espacios como la renombrada Universidad de Howard, una universidad históricamente negra, así como la reunión anual de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (ANPPC), la prominente organización de derechos civiles de la nación. El cofundador, escritor y activista de los derechos civiles de la ANPPC, W.E.B. Du Bois, en correspondencia con ‘Abdu'l-Bahá, publicó Su charla y Su foto en la revista de la organización, The Crisis.
En una charla en la Hull Settlement House en Chicago el 30 de abril de 1912, hablando con algunos de los actores sociales más progresistas del país en esa época, 'Abdu'l-Bahá subrayó la importancia de la religión para superar el prejuicio racial. A pesar de las numerosas similitudes entre los seres humanos, explicó, los prejuicios raciales serían insuperables si no se aprovechan los pozos más profundos del potencial humano:
«... existe la necesidad de un poder superior para superar los prejuicios humanos, un poder al cual nada del mundo de la humanidad pueda resistir, o eclipsar el efecto de todas las otras fuerzas que operan en las condiciones humanas. Ese poder irresistible es el amor de Dios. Es mi esperanza y ruego que Él pueda destruir el prejuicio que provoca este único punto distintivo entre vosotros y uniros a todos permanentemente bajo su sagrada protección».