La radicalización violenta bajo examen
MADRID - El aumento de la radicalización violenta ha provocado un sentimiento de urgencia en numerosas sociedades. En España, donde la radicalización se ha convertido en una preocupación creciente, la comunidad bahá'í ha tratado de contribuir de manera significativa al pensamiento actual sobre este problema espinoso.
Además de los enfoques que buscan abordar la radicalización en el nivel de las políticas, las medidas de seguridad y las intervenciones tecnológicas, existe la necesidad de una comprensión más profunda y evolutiva de la religión y de su papel constructivo en la sociedad actual. Representantes de la Comunidad Bahá'í de España subrayaron este punto en una reciente exploración de alto nivel sobre las causas y respuestas a la radicalización violenta. Sostuvieron que el reconocimiento de nuestra profunda unidad se halla en el centro de la fe.
Coorganizada por la comunidad bahá'í de España, una conferencia reunió, el 26 de octubre, a unas 70 personas, entre ellas representantes del ejército y del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo, otros representantes del Gobierno, investigadores, periodistas y activistas, en una exploración dinámica de este tema de actualidad.
En las discusiones se abordaron conceptos vitales para responder a la radicalización: la necesidad de procesos consultivos generalizados que construyan un entendimiento común entre los diversos segmentos de la sociedad; la debida consideración por los conocimientos de la ciencia y de las grandes tradiciones espirituales de la humanidad; la deslegitimación de la violencia como respuesta a la opresión; la integración efectiva de los recién llegados; el poder liberador de la educación; y la oportunidad para que todas las personas participen en la vida de la sociedad.
«Estos son elementos fundamentales en los esfuerzos para superar la radicalización violenta, especialmente cuando tienen inspiración religiosa», declaró Sergio García, director de la Oficina de Asuntos Públicos de la comunidad española bahá'í. Señaló que un elemento central de los esfuerzos para erradicar la radicalización es un entendimiento de la religión que permita que se realicen sus poderes constructivos.
La Comunidad Bahá'í de España ha estado participando en un creciente discurso sobre el papel de la religión en la sociedad, en el que la radicalización ha sido un tema importante. El seminario de un día de duración en el Centro de Estudios Universitarios asociado con la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid fue el primero de una serie con el objetivo de avanzar en la comprensión de las causas y respuestas a la radicalización religiosa.
En el seminario, los ponentes destacaron cómo la radicalización es un proceso gradual que se manifiesta tanto en los pensamientos como en las acciones de una persona. Los ponentes señalaron que la religión se ha utilizado a menudo como una fuerza poderosa para dirigir la motivación hacia fines destructivos.
«Al explorar la conexión entre la religión y la radicalización violenta, es importante observar con honestidad y objetividad la forma en que la religión ha sido manipulada para impulsar este fenómeno», dijo Leila Sant, de la Oficina Bahá'í de Asuntos Públicos de España. La Sra. Sant destacó la necesidad de una conversación más robusta sobre la religión.
«A pesar de los abusos de la religión hoy y a lo largo de la historia, ningún otro fenómeno llega a una motivación tan profunda e inspire a los seres humanos a dedicarse a una causa superior –afirmó el Dr. García–. En última instancia, es el poder latente en la religión lo que puede transformar la ira y el odio en amor y respeto por la dignidad inherente de los demás. Los escritos bahá'ís enseñan que la religión tiene un papel esencial en la superación del fanatismo religioso, que se describe como "un fuego devorador del mundo"».
«Una vez que se comprende la dimensión religiosa de la radicalización –explicó el Dr. García–, entonces se puede abordar desde otros ángulos sociales, políticos y económicos, como la identidad, la estrategia, los objetivos políticos y la nacionalidad».
Según la Sra. Sant, el evento fue un éxito no solo por las ricas ideas que se compartieron. «Este no fue un espacio donde la gente vino, dió discursos y luego se marchó. Fue un espacio donde un diálogo fue desarrollado y la comprensión de todos avanzó en conjunto».