La construcción de la paz requiere nuevas capacidades como el empoderamiento
BRUSELAS, Bélgica — Construir y mantener la paz en sociedades que sufren un conflicto violento sigue siendo un desafío formidable para la humanidad. En los últimos años, un número creciente de Gobiernos y organizaciones no gubernamentales, que se esfuerzan en promover actividades de construcción de la paz en sociedades que padecen conflictos, se han centrado en la relación entre la resiliencia de las poblaciones locales y la capacidad para una transición exitosa a la paz.
Recientemente, en el marco de la Estrategia Mundial de la Unión Europea sobre Política Exterior y de Seguridad (en inglés), se hizo un llamamiento para que se aportaran contribuciones sobre el tema de la capacidad de recuperación. En respuesta, la Oficina de Bruselas de la Comunidad Internacional Bahá'í (CIB) presentó una declaración titulada Paz y resiliencia: participación eficaz a nivel local.
La declaración trata de la importancia de evaluar y aprovechar las capacidades locales dentro de una población: «Una de las características distintivas que ha surgido en el debate sobre la resiliencia es el empeño por buscar los recursos de fortaleza y de capacidad presentes a nivel local en las sociedades afectadas por conflictos con el objeto de construir sobre ellos como medio hacia una transformación duradera».
A continuación la declaración señala que «Si bien las ideas y los recursos de los agentes internacionales son esenciales, un planteamiento basado en la fortaleza aceptará que la paz no se implanta desde el exterior, sino que debe ser impulsada por fuentes constructivas desde el interior».
Basándose en los puntos anteriores, la comunidad Internacional Bahá'í aduce que las comunidades locales deben ser consideradas como los motores de sus propias iniciativas de construcción de la paz, desde la creación de un proceso hasta su aplicación y seguimiento. Aunque afirma que la paz no puede imponerse a ningún grupo desde el exterior, el documento también reconoce el papel fundamental que desempeñan las intervenciones internacionales en el empoderamiento de las sociedades que se enfrentan a un conflicto. Según la CIB, lo importante en estas intervenciones es la actitud:
La actitud concreta que se adopte es decisiva para crear un clima en el que las aptitudes, los conocimientos y las capacidades locales puedan desarrollarse y encontrar su plena expresión. Una forma de compromiso verdaderamente participativa posibilita que los procesos de consolidación de la paz aprovechen la comprensión de quienes poseen conocimientos de su realidad social inmediata, de quienes perciben la dinámica y las inquietudes culturales, y de quienes son capaces de identificar y desenvolverse por las redes locales existentes y pueden discernir las necesidades y oportunidades.
—Comunidad Internacional Bahá'í
La contribución de la CIB llega en un momento en el que los bahá'ís de todo el mundo están adquiriendo nuevos conocimientos sobre el desarrollo de comunidades dinámicas y armoniosas. En el mismo corazón de sus actividades está la convicción de que las poblaciones locales deben y pueden sostener su propio avance material y espiritual.
«La experiencia de la comunidad bahá'í, aunque modesta, está dando lugar a algunas conclusiones muy importantes ―comenta Rachel Bayani, representante de la CIB―. Estamos descubriendo que para crear las condiciones sociales, además del compromiso individual y colectivo con la construcción de la paz, es necesario cultivar las capacidades espirituales. Por ejemplo, es fundamental que aprendamos a crear la capacidad de perdonar a los demás después de haber sido profundamente agraviados o de sacrificar las ganancias a corto plazo, que solo pueden ser de provecho para unos pocos, en beneficio del conjunto de la sociedad, lo que incluye tomar medidas para la prosperidad de las generaciones venideras.
»En última instancia, el objetivo de la consolidación de la paz debería ser abordar los problemas subyacentes que causaron el conflicto en su origen. Para que esto suceda, los diferentes segmentos de la sociedad tienen que aprender a ver que son interdependientes, que no están inherentemente en conflicto unos con otros. Tienen que ver su diversidad como una oportunidad, más que como una amenaza».