México: El servicio como forma de contrarrestar la violencia en los barrios
CIUDAD DE MÉXICO — La Oficina Bahá’í de Asuntos Externos de México ha colaborado en una serie de foros de debate en los que han participado representantes del Gobierno, del sector académico, de comunidades religiosas y de la sociedad civil, para analizar el modo en que el reconocimiento de la naturaleza espiritual de los seres humanos puede ayudar a erradicar la violencia y fortalecer la cohesión social.
«Necesitamos encontrar formas diferentes de relacionarnos con los demás que no alimenten el ciclo de la violencia», afirmó Carlos Ceballos, jefe del Departamento de Teología de la Universidad La Salle y participante también en un reciente foro de debate organizado por la Oficina de Asuntos Externos.
Durante los dos últimos años, estos foros han creado oportunidades para que los actores sociales puedan analizar la forma en que la aplicación de principios espirituales —como la igualdad de mujeres y de hombres, la justicia y la unidad de la humanidad— a nivel de barrio puede generar contextos en los que modelos constructivos de interacción reemplacen a los que alimentan el conflicto.
Estos debates se ven enriquecidos por los aprendizajes que van surgiendo de los programas bahá’ís de educación moral y espiritual, en los que los jóvenes de todo México descubren su capacidad para contribuir a la transformación social mediante el servicio a sus familias y vecinos.
«Lo que estamos experimentando a nivel local es que cuando los jóvenes reconocen su propia naturaleza espiritual y su capacidad para servir a los demás, se convierten en protagonistas del cambio positivo de sus comunidades», explica Oscar Covarrubias de la Oficina de Asuntos Externos.
El espíritu de servicio que se cultiva entre los jóvenes y su poder para transformar los barrios ha llamado la atención de los agentes sociales que buscan nuevos enfoques para la prevención de la violencia.
Desde 2023, estos debates han crecido hasta incluir la participación de un círculo cada vez más amplio de representantes gubernamentales y demás actores sociales que estudian estas cuestiones.
Una conclusión clave de estos debates ha sido que los jóvenes desarrollan sus capacidades para entablar relaciones profundas y para el diálogo constructivo con sus familias y pares mediante la participación en los programas educativos morales que combinan el desarrollo espiritual con el servicio a la comunidad.
Angello Baños, sociólogo y animador de talleres de la Dirección General de Bienestar y Cohesión Social, destacó la importancia de fomentar estas capacidades, en especial las de interacción y comunicación constructivas: «Se nos ha arrebatado nuestra capacidad de ver, nuestra voz y nuestras palabras. Ante la ausencia de comunicación, sobreviene la interpretación y las interpretaciones erróneas generan violencia. Por ello es tan vital mantener la conexión con nuestros hijos y amigos».
Arturo Serrano, otro miembro de la Oficina de Asuntos Externos, señaló que estos vínculos entre familiares y vecinos se fortalecen a medida que crece un espíritu de servicio a la humanidad en un determinado barrio.
«Cuando los jóvenes se comprometen con el servicio a los demás, comienzan a verse a sí mismos de manera diferente», agregó Serrano. Y profundizó en que cada acto de servicio, no importa cuán pequeño sea, ayuda a los jóvenes a reconocer su propia nobleza y capacidad para contribuir a la sociedad. Su sentido creciente de propósito, combinado con las relaciones que forman mediante el servicio colectivo, crea una resiliencia natural contra las fuerzas perniciosas a las que se enfrentan todos los días.
Ceballos insistió en esta idea: ¿Cómo luchas contra un incendio? Una manera es entrar en él y tratar de apagarlo; otra, retirar todo lo que lo alimenta».
Y añadió que «el trabajo en los barrios transforma a las personas a largo plazo, creando un sentido de comunidad. Debemos fortalecer el sentido de comunidad, el tejido social y esto es mucho más fácil a nivel local, sobre la base de unos principios morales y espirituales compartidos».
Jimena Esquivel, directora de Tolerancia y Libertad Religiosa de la Dirección General de Asuntos Religiosos añadió: «Construir la paz es una labor a largo plazo. Exige que hagamos el esfuerzo de ponernos en la piel del otro, de escuchar y sentir desde la perspectiva de los demás».
De cara al futuro, la Oficina de Asuntos Externos proyecta mantener estos diálogos sobre temas sociales específicos, como el de la violencia contra las mujeres y los niños. Su propósito es ampliar el alcance de estas conversaciones y mantener el carácter íntimo de los debates, que permiten una investigación de calado de las soluciones espirituales a los desafíos sociales.