«Artesanos de la paz»: Una conferencia de jóvenes de Ontario fortalece el movimiento por el progreso social
WATERLOO (ONTARIO), Canadá — ¿Qué significa ser un «artesano de la paz» en el mundo actual? Para más de setecientos jóvenes reunidos en la Universidad Wilfrid Laurier en Waterloo, esta pregunta dio pie a profundos debates sobre cómo fomentar comunidades que encarnen los principios fundamentales de la paz a través de la acción práctica.
La conferencia de dos días atrajo a participantes de 92 localidades de todas partes de Ontario, desde aquellos más próximos a la sede de la conferencia hasta un grupo que emprendió un viaje de 15 horas desde Thunder Bay.
Varios participantes compartieron con el Servicio de Noticias sus reflexiones sobre las experiencias de desarrollo comunitario y los aprendizajes obtenidos en los debates de la conferencia.
Fomentar una cultura de paz
Los asistentes describieron cómo los esfuerzos diarios por crear las condiciones espirituales y sociales para la unidad están promoviendo una cultura de paz en sus barrios. En esos lugares, las personas aspiran a dar expresión al principio de igualdad de mujeres y hombres y desarrollan una conciencia más aguda de la necesidad esencial de justicia y equidad en todos los aspectos de la vida comunitaria, desde cómo se toman las decisiones hasta cómo se comparte y se aplica el conocimiento.
Mediante las actividades bahá’ís de desarrollo comunitario que promueven el amor sincero y los lazos duraderos entre personas, gentes de diversos colectivos que antes tenían una interacción limitada descubren su unidad inherente y aprenden a trabajar juntos por el bien común.
«Existe mucha destrucción, sufrimiento y dolor en el mundo», afirmó Naya de 17 años. Y agregó: «Este es el momento para reunirnos como comunidad y elevarnos [...] y cuidar unos de otros porque somos uno».
Shidan, de 15 años, de una localidad en la que residen familias de diversos orígenes étnicos, explicó: «En el pasado, la gente de mi comunidad estaba separada por castas, religiones y nivel económico.
»Pero gracias a la educación espiritual de la generación más joven, hemos hallado formas de reunir a nuestras familias, que son de grupos diferentes, y mantener un diálogo común sobre el futuro de nuestra comunidad».
Y añadió: «Cuando pienso en trabajar por la paz, ya lo veo en las dinámicas celebraciones comunitarias que organizamos en nuestro centro vecinal, en el grupo de danza que se creó y que celebró recientemente su primer aniversario, y en las reuniones de oración que nos reúnen a todos nosotros, de orígenes aparentemente diferentes, para ver nuestra unicidad inherente».
Eliminar barreras para la unidad mediante el diálogo
En las comunidades en las que las actividades educativas bahá’ís se están consolidando, la consulta bahá’í, un método para dialogar y tomar decisiones colectivas, se ha convertido en una poderosa herramienta para promover una cultura de paz. Los participantes están descubriendo cómo trascender las barreras sociales y llegar a acuerdos.
Los participantes de la conferencia destacaron cómo los espacios de diálogo poseen el poder de revelar nuestra humanidad común. Perma, de 20 años, afirmó: «En momentos como éste, las barreras caen. La gente se reúne, descubre puntos en común y se da cuenta de que todos trabajan por las mismas aspiraciones».
En referencia a la naturaleza singular de estos espacios consultivos, Jenny de 18 años dijo: «Hay pocos lugares que ofrecen la oportunidad de debatir sobre los temas más importantes de la vida.
»A veces quieres hablar sobre temas de importancia, pero no sabes cuándo o dónde hacerlo. [...] Las actividades bahá’ís de educación espiritual ofrecen ese espacio, permitiéndonos analizar temas cruciales y pensar en las soluciones prácticas».
Reforzar el sentido de propósito a través del servicio
Los participantes de la conferencia señalaron que una característica llamativa de las actividades bahá’ís de desarrollo comunitario es que fomentan en los jóvenes la capacidad de superar los prejuicios y de canalizar sus energías hacia un cambio constructivo. Explicaron cómo servir a los demás, especialmente a los más jóvenes que ellos, ha reconfigurado su comprensión de lo que la juventud puede lograr.
Muchos participantes realizan servicios como maestros de clases bahá’ís de educación moral para niños o animadores de grupos adolescentes. Preeti, de 16 años, compartió: «Ves como progresan. Se abren cada vez más y se vuelven más sociables. [...] Tienen más ideas, levantan las manos con mayor frecuencia[...] ¡Es algo tan grande!».
David, de 15 años, describió cómo su implicación en los programas educativos bahá’ís despertó su sentido de propósito, haciéndose eco de un tema central de la reunión:
«Puedes actuar ahora; no tienes que esperar a ser mayor», dijo David.
«El hecho de darme cuenta de que podía aportar a mi comunidad fue realmente empoderante y me ha inspirado a ayudar al desarrollo de los más jóvenes».
Gracias a su experiencia de servicio, los participantes describieron cómo una visión compartida del progreso social les ha permitido afrontar los desafíos con mayor resiliencia. En la medida en que se apoyan los unos a los otros al afrontar las dificultades, su unidad de propósito fortalece su capacidad colectiva para perseverar a pesar de los desafíos diarios.
Unidos por este espíritu de apoyo mutuo, los participantes descubren cómo sus esfuerzos combinados, guiados por principios espirituales, pueden transformar sus barrios de un modo que sería imposible lograr solos.
David explicó que el hecho de ser testigo de las dificultades a las que se enfrentan los jóvenes le motivó a comprometerlos en el servicio a sus vecinos: «Comenzamos observando las necesidades de nuestro vecindario y determinando cómo podíamos resolverlas».
Una experiencia en particular le dejó una huella duradera: «Ayudamos a una vecina que vivía sola y que había acumulado una importante cantidad de basura que no podía mover por estar embarazada. Mientras trabajábamos juntos, limpiando el jardín y plantando rosas, me fijé en las sonrisas de los niños. Incluso comenzaron a hacernos preguntas sobre por qué hacíamos aquello y cómo podíamos ampliar estas actividades».
David reflexionó sobre el impacto más amplio de estas acciones: «Me produjo una enorme felicidad ver cómo al desviar su atención hacia el servicio, el ambiente negativo al que habían sido expuestos cambió gradualmente».
Vivir una vida coherente
En la conferencia se analizó la necesidad de una transformación profunda en la forma en que los jóvenes conciben sus vidas y su misión si se ha de lograr un cambio social duradero.
Los participantes estudiaron cómo ciertos modelos de pensamiento a menudo clasifican el logro académico, el desarrollo personal y el servicio a la sociedad en esferas distintas separadas. Sin embargo, con el compromiso con los programas bahá’ís de educación moral y espiritual, estos jóvenes descubren un enfoque mucho más integrado de la vida.
Ken, de 19 años, compartió su reflexión sobre el modo en que esta comprensión integrada desafía las nociones imperantes sobre el valor y el éxito: «Otros jóvenes vienen y nos preguntan por qué hacemos esto, por qué ayudamos a la comunidad, por qué les ayudamos y qué sacamos de ello. Lo que les digo es que el valor en el que piensan es monetario [...] estáis pensando en “cómo puedo aprovecharme” […] en si “saco algo de esto”».
Ken añadió que la verdadera recompensa viene de contemplar cambios positivos en sus comunidades y contribuir al bienestar de los demás, una satisfacción que trasciende las consideraciones materiales.
Esta comprensión está cambiando la forma en que los jóvenes se plantean su elección de carrera. Perma describió su experiencia: «Cuando comencé mis estudios, no sabía lo que quería hacer. Escogí la sanidad para ayudar a los demás pero estaba confusa sobre mi papel.
»Ahora veo una nueva orientación en la elaboración de la legislación porque deben resolverse muchos retos del sistema sanitario. Es fácil quejarse de lo que está mal, pero darme cuenta de que puedo mejorarlo es algo poderoso. Quiero reorientar mi carrera para no esperar al cambio, sino iniciarlo de manera activa y hacer una aportación a mi comunidad».
De cara al futuro, los jóvenes planearon actividades para los próximos meses que pudiesen involucrar a más de veinte mil jóvenes en un creciente movimiento dedicado a la transformación comunitaria mediante la acción colectiva sistemática.
Al regresar a sus comunidades para poner en práctica sus planes, el entusiasmo de estos jóvenes pone de manifiesto el gran alcance de sus esfuerzos colectivos. Como expresó Livia, una joven de 19 años de Stratford: «Estoy impaciente por ver lo que esta conferencia nos deparará en el futuro».
El Servicio Mundial de Noticias Bahá’ís ha publicado un documental de corta duración sobre la conferencia y las actividades de los jóvenes de Ontario para el bien común, que se puede visionar aquí.