Estados Unidos: Un nuevo volumen estudia la evolución de la historia de Estados Unidos desde una perspectiva espiritual
WASHINGTON, DC — ¿Cómo pueden diversas comunidades ir más allá de las crónicas fragmentadas del pasado para forjar una visión común del futuro que honre la verdad al tiempo que fomente la unidad?
Este tema es el centro de una reciente colaboración entre la Oficina Bahá’í de Asuntos Públicos de Estados Unidos y el Programa Religión y Sociedad del Instituto Aspen. Fruto de los esfuerzos conjuntos del proyecto Formas de Narrar la Historia de América (en inglés) de la Oficina y de la labor del Programa Religión y Sociedad, esta colaboración ha culminado en un volumen de ensayos que se basan en las reflexiones de la religión para explorar la evolución de la historia de América.
Esta iniciativa nació de la profunda necesidad de contrarrestar los efectos de la injusticia racial y económica que siguen conformando la experiencia estadounidense. Selvi Adaikkalam Zabihi, miembro de la Oficina de Asuntos Públicos, afirmó en una entrevista con el Servicio de Noticias: «Conscientes de que la unidad está en el centro de estos desafíos, el proyecto pretende explorar cómo puede una forma común de historiar ayudar a forjar una identidad colectiva y una visión de futuro que honre la dignidad y las aportaciones de todas las comunidades».
El volumen, titulado Enfoques religiosos sobre la forma de narrar la Historia de América: En busca de relatos justos, honestos, inclusivos y con visión de futuro, reúne once ensayos escritos por personas de diversos orígenes religiosos y culturales, entre los que se incluyen sijs, judíos, cristianos, musulmannes y bahá’ís, así como también las tradiciones de los indígenas estadounidenses, los asiático-americanos y los isleños del Pacífico.
La Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de Estados Unidos, en un mensaje dirigido a los bahá’ís de ese país, hizo hincapié en la importancia del proyecto: «Las historias son importantes tanto para la comprensión individual como para la colectiva. Nos ayudan a interpretar el mundo y dan forma a nuestro sentido del propósito y a nuestra identidad. La forma de historiar puede ofrecer esperanza o excluirla, oscurecer la verdad o ayudarnos a buscarla. Está claro que, como nación, necesitamos que se registre la historia con explicaciones unificadoras, ennoblecedoras y fortalecedoras que nos ayuden a avanzar colectivamente».
Andrews, miembro de la Oficina Bahá’í de Asuntos Públicos, en una entrevista con el Servicio de Noticias, observó que «cuando nos comprometemos con la historia de Estados Unidos a través de la lente de las enseñanzas espirituales, podemos ir más allá de la simple documentación de los acontecimientos históricos para comprender su significado más profundo en el viaje de la humanidad hacia la unidad».
A través de una serie de reuniones convocadas por el programa Religión y Sociedad del Instituto Aspen, en colaboración con la Oficina de Asuntos Públicos de la Escuela Bahá’í Green Acre, y de espacios de diálogo en línea, los colaboradores del volumen entablaron diálogos profundos sobre el modo en que las ideas religiosas podían iluminar los caminos hacia la curación y la transformación. Estos debates crearon un entorno en el que los temas difíciles podían explorarse con franqueza y esperanza.
«La consulta bahá’í, una forma especial de diálogo y toma colectiva de decisiones, fue esencial para crear un sentimiento de comunidad entre los colaboradores ―señaló el Sr. Andrews―. En esos espacios pudieron compartir entre sí sus ideas y escritos, lo que permitió crear una forma de narrar la historia cohesionada y enriquecedora que refleja la diversidad y la unidad de Estados Unidos».
Andrews añadió: «Estados Unidos es un país con muchas historias controvertidas sobre cómo hemos llegado hasta aquí y quiénes somos. Nos interesa articular una identidad común que trascienda identidades secundarias como la raza, el sexo o el origen nacional».
«Cuando pensamos en registros de los hechos de la historia ―prosiguió―, hay tres componentes que consideramos esenciales: una concepción de la historia, un sentimiento de identidad y una visión de futuro».
Andrews explicó que estos elementos se basan en la visión que ofrece la Fe bahá’í sobre la transformación espiritual y social de que a pesar de los trastornos y luchas aparentemente insuperables a las que se enfrenta, la humanidad avanza por etapas de desarrollo colectivo hacia una edad de madurez caracterizada por la unidad.
«Esta visión nos permite afrontar los retos históricos sin perder la esperanza ni el propósito de trabajar por la realización de la unidad de la humanidad ―afirmó―. Nos ayuda a reconocer que las luchas actuales a las que nos enfrentamos como nación forman parte de un proceso más amplio de maduración espiritual y social».
La Sra. Zabihi explicó que las enseñanzas bahá’ís hacen hincapié en la idea de una civilización en continuo progreso en la que han operado a lo largo de la historia tanto fuerzas de desintegración como fuerzas constructivas. «Comprender este proceso dual nos ayuda a reconocer que, aunque nos enfrentamos a graves retos, también podemos identificar y fortalecer las fuerzas constructivas que actúan ―afirmó―. Esta visión permite a los individuos percibir su papel en la transformación social y contribuir a la consolidación de la unidad, al tiempo que reconocen verdades difíciles sobre el pasado y el presente».
En el acto de presentación, Audrey Price, subdirectora del programa Religión y Sociedad y coeditora del volumen con Zabihi, expresó su entusiasmo por el proyecto:
«Estoy entusiasmada con la publicación de esta colección de ensayos. Los autores aportan relatos ricos y diversos que a menudo quedan ocultos y marginados en Estados Unidos».
La reverenda Price añadió: «A través de una narración de la historia magistral y personal, experimentamos el bello tapiz en mosaico de las comunidades que definen América. Escuchamos voces que nos invitan a ver, afirmar y apreciar la dignidad humana de todos».
Andrews destacó la importancia de la colaboración para dar forma a una historia justa e integradora de la nación.
«Uno de los aspectos más notables de este proyecto es su carácter permanente. En su centro hay cuestiones esenciales sobre la historia de Estados Unidos que buscamos, una historia que sea justa, honesta, con visión de futuro y que nos ayude a sanar mientras avanzamos juntos. Ninguna persona tiene todas las respuestas, pero el proceso de averiguarlo es colaborativo», señaló.
Zabihi subrayó la importancia del proyecto en un momento en que la conciencia nacional se centra en cuestiones de identidad, pertenencia y cohesión social. «Este momento exige ampliar nuestros diálogos sobre las formas de contar la historia de Estados Unidos. Las divisiones que vemos hoy dejan claro que se necesitan urgentemente nuevos enfoques para crear entendimiento por encima de las diferencias», afirmó.
Y añadió: «La religión puede ser una fuente importante de ideas y de inspiración para este trabajo de formas de narrar la historia. Nuestro objetivo es aprender cómo las visiones de la religión pueden enriquecer el debate general sobre la transformación social sin imponer creencias a los demás ni verse limitados por el dogmatismo laico».
«A través de este proceso ―continuó― estamos descubriendo cómo los principios espirituales pueden ayudar a crear espacios para un diálogo constructivo que reconozca las verdades históricas al tiempo que fomenta la esperanza y la unidad».
Hablando de los objetivos más amplios del proyecto Formas de Narrar la Historia de América, Andrews explicó: «Más que defender posturas particulares, el objetivo es desarrollar la capacidad de investigación colectiva de la verdad y abrir caminos hacia la unidad».
Y prosiguió: «A medida que las comunidades de Estados Unidos se enfrentan a cuestiones de identidad y pertenencia, el volumen de ensayos demuestra hasta qué punto el compromiso con diversos puntos de vista puede ayudar a transformar los relatos fragmentados en una visión común del futuro».
«Mediante la creación de espacios donde la verdad y la unidad puedan coexistir, donde el reconocimiento histórico pueda fomentar la curación en lugar de la división, surgen nuevas posibilidades para avanzar juntos. La naturaleza permanente de este trabajo sugiere que el proceso de creación de estas nuevas narraciones de la Historia es en sí mismo parte del viaje hacia la transformación social».