CIB Nueva York: El potencial transformador de la juventud, tema central de una nueva declaración
CIB NUEVA YORK — Una nueva declaración publicada por la Oficina de Nueva York de la Comunidad Internacional Bahá’í (CIB) analiza el enorme potencial de los jóvenes para promover la transformación social y contribuir a una sociedad mundial en continuo progreso.
Titulada A la vanguardia: el papel de la juventud en una sociedad mundial en continuo progreso, la declaración pide reconsiderar el modo en el que los jóvenes son percibidos e incluidos en la comunidades e instituciones con el objetivo de crear las condiciones que permitan que sus capacidades afloren.
«En los jóvenes del mundo se concentra una enorme reserva de capacidad para impulsar la transformación constructiva de la sociedad», señaló Cecilia Schirmeister, representante de la Comunidad Internacional Bahá’í de la oficina de Nueva York.
Basándose en la experiencia adquirida en las actividades bahá’ís de desarrollo comunitario en todo el mundo, Schirmeister añadió: «Los jóvenes poseen este potencial independientemente de su origen o de sus circunstancias personales. El deseo de producir un cambio positivo y la capacidad de ofrecer un servicio eficaz para el bien común son características de la juventud en todas partes».
Cuando se acepta y se nutre ese potencial, surgen nuevas pautas de interacción entre generaciones, que permiten a los jóvenes ocupar el lugar que les corresponde y proseguir la labor de aquellos que les precedieron, a la vez que ayudan a quienes, siendo más jóvenes que ellos, aspiran a contribuir al progreso social.
En la declaración se subraya el modo en que los programas bahá’ís de educación moral y espiritual fomentan la convicción entre los jóvenes de que «un mundo pacífico y justo es posible, […] de que se puede impulsar deliberadamente un cambio profundo para la mejora de la sociedad, de que la capacidad para la nobleza es inherente al espíritu humano».
La participación en estos programas ha ayudado a los jóvenes a protegerse contra las fuerzas que, como reza la declaración, «manipularían su sentido de identidad según intereses creados ajenos: por ejemplo, aquellos que les definirían principalmente como consumidores a los que hay que saciar, como votantes a los que hay que convencer o como espectadores a los que hay que entretener».
Lilian Nkunzimana, otra representante de la oficina de Nueva York, explicó que cuando se ayuda a los jóvenes a analizar en profundidad temas de contenido moral en los programas educativos bahá’ís, «demuestran una extraordinaria capacidad para superar los reveses, apartarse del cinismo y la amargura en tiempos difíciles y mantener la esperanza y la alegría incluso en momentos de adversidad».
Nkunzimana añadió: «Estas cualidades permiten a los jóvenes continuar su labor hacia el cambio social no solo durante unos pocos años sino durante toda la vida».
En la declaración, la Comunidad Internacional Bahá’í cita a varios protagonistas comprometidos en las labores de desarrollo comunitario, como un joven de Zambia que reflexionaba sobre las implicaciones más amplias de las actitudes sociales hacia su rango de edad: «La forma en la que una comunidad ve a los jóvenes es un reflejo de la comunidad en sí.
Si la comunidad no tiene una visión de sí misma, ni un sentido de hacia donde se dirige, entonces los jóvenes serán vistos como una amenaza, una fuente de delincuencia, etc. Pero si existe un sentido de futuro en la comunidad, un sentido de dirección y de progreso, entonces los jóvenes son vistos como recursos. Son considerados como la energía que va a mover a la comunidad hacia su destino».
La declaración de la Comunidad Internacional Bahá’í puede consutarse aquí.