Luxemburgo: superar la pasividad mediante el desarrollo comunitario
ESCH-BELVAL, Luxemburgo — Durante los últimos tres años, se ha extendido en Luxemburgo el diálogo sobre el papel de la comunidad a la hora de superar los retos de la pasividad y de la fragmentación social a través del análisis de sus causas profundas. Moderado por los bahá’ís de ese país, esta iniciativa tiende un puente entre la teoría y la práctica, reuniendo a profesores universitarios y a miembros de la sociedad civil en foros celebrados en la Universidad de Luxemburgo para avanzar en la reflexión sobre el fomento de una sociedad más cohesionada.
Jean-Pierre Schmit, de la Oficina Bahá’í de Asuntos Públicos de Luxemburgo, explica que estos debates se basan en los aprendizajes extraídos de las actividades bahá’ís de desarrollo comunitario que animan a los participantes a mirar más allá de sus círculos inmediatos y a contribuir activamente al bienestar de sus comunidades más extensas.
Schmit afirmó que «vencer el letargo y fomentar la capacidad de acción no son tareas sencillas» y añadió que «los retos de la pasividad son omnipresentes en la sociedad moderna, en la que diferentes fuerzas sociales alimentan desde la infancia el deseo de entretenerse».
A pesar de este reto, Schmit, en una entrevista con el Servicio de Noticias, señaló que las iniciativas bahá’ís de desarrollo comunitario ofrecen valiosos aprendizajes. Estos proyectos educativos y de servicio crean entornos en los que los participantes se ven a sí mismos en un proceso colectivo con el objetivo de colaborar en la mejora social mediante acciones prácticas en sus vecindarios.
«En este proceso, los vecinos aprenden a dialogar y a hacer planes juntos sobre necesidades concretas, como la educación moral de sus hijos», explicó. A medida que los participantes atienden estas necesidades, llegan a comprenderse mejor, viendo más cosas en común que diferencias, y empieza a florecer un profundo sentido de la unidad esencial de la humanidad.
La serie de talleres anuales y grupos de estudio quincenales en los que durante los últimos tres años se han analizado estos temas con expertos universitarios y agentes de la sociedad civil forma parte de la aportación de la comunidad bahá’í al diálogo sobre la cohesión social. Esos talleres, organizados conjuntamente con el profesor Robert Harmsen, decano de la Facultad de Humanidades, Educación y Ciencias Sociales, se han celebrado en la Universidad de Luxemburgo.
En todos los talleres, una constatación clave ha sido la forma en la que la pandemia ha afectado a la dinámica social. Por un lado, la pandemia aumentó el sentimiento de solidaridad y comunidad, ya que la gente se unió para apoyarse mutuamente. Por otro lado, como ha subrayado el profesor Harmsen durante la serie de talleres, la pandemia también exacerbó las divisiones y desigualdades sociales existentes.
Este doble impacto ha sido un tema central en los debates, resaltando tanto el potencial para aumentar la cohesión social como los retos que se necesitan afrontar. Schmit explicó que, aunque la crisis sanitaria puso de manifiesto desigualdades más profundas, las comunidades que fomentan la capacidad de servirse mutuamente están aprendiendo a superar la mentalidad de «nosotros contra ellos». Este cambio, dijo, promueve comunidades orientadas hacia el exterior que son inclusivas y acogedoras para las personas de diversos orígenes, entre ellas las recién llegadas a Luxemburgo.
Lisa McLean, directora gerente de la emisora comunitaria Radio Ara y una de las participantes más veteranas, destacó la importancia de los talleres y de los grupos de debate: «Nos proporcionaron un espacio para reflexionar con personas de ideas afines, ayudándonos a entender nuestras experiencias en un contexto más amplio».
Schmit explica que los próximos talleres seguirán analizando las características de las comunidades dinámicas que fomentan un sentimiento de identidad común como miembros de una misma familia humana.