Reino Unido: Recepción especial en Westmister en la que se destaca el principio de unidad
LONDRES — Con una recepción especial en Portcullis House en Westminster, se conmemoró recientemente un hito destacado: el centenario de la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís del Reino Unido.
En la reunión se analizaron las iniciativas para promover la armonía social centrándose en el papel fundamental de las relaciones que sirven de unión entre individuos, comunidades e instituciones para crear una sociedad más unida.
Shirin Taherzadeh, miembro de la Asamblea Espiritual Nacional destacó el principio de unidad como la fuerza cimentadora en la formación de esas relaciones. Basándose en las enseñanzas de Bahá’u’lláh, declaró: «Todos hemos sido creados “del mismo polvo”. Somos los miembros de una sola familia humana y los custodios de un solo planeta».
Y citando a Bahá’u’lláh: «El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad son inalcanzables a menos que y hasta que su unidad sea firmemente establecida».
Taherzadeh agregó que dicha unidad no supone uniformidad sino una celebración de la diversidad, elemento esencial para el tejido de una sociedad pacífica.
La reunión, a la que asistieron unas noventa personas, fue organizada por el All-Party Parilamentary Group sobre la Fe bahá’í, que convocó a representantes oficiales, líderes de la sociedad civil, periodistas y representantes de diversas confesiones religiosas.
La recepción se vio realzada por las sinceras aportaciones de varios grupos de New Cross en el barrio londinense de Lewisham, que están participando en los programas bahá’ís de educación moral. Las experiencias que compartieron destacaron el papel crucial que desempeñan las relaciones entre los jóvenes y las agencias educativas bahá’ís a la hora de liberar el inmenso potencial de los jóvenes para contribuir al mejoramiento de la sociedad.
Elizabeth, una de las jóvenes de New Cross, habló de su punto de vista sobre cómo los programas han ampliado su visión, fomentando un sentido de responsabilidad hacia las generaciones futuras. «Las enseñanzas bahá’ís afirman que todo niño es una mina rica en gemas de valor inestimable, que la educación puede poner de manifiesto. Quiero ayudar a los niños a encontrar las gemas que llevan dentro, las cualidades espirituales que todos poseen».
Alex, otro joven, profundizó en la idea, al describir el impacto de su participación en las iniciativas bahá’ís de desarrollo coumnitario. «Me permitió expresarme y me enseñó las elecciones que llevan a la esperanza y a la desesperación. Enseguida quise ser facilitador de otro grupo de niños. Me animó el ejemplo de mis amigos y quise ayudar a otros iguales que yo a ser un buen ejemplo».
Compartiendo este sentir, Caleb, otro joven de New Cross, dijo que los programas educativos le enseñaron el valor de formar parte de algo más grande que uno mismo. «He aprendido no solo a formar parte de un barrio sino también a ser parte de una familia», dijo.
El efecto transformador de estas iniciativas, experimentado no solo por los jóvenes, también fue reconocido por autoridades, como señaló el parlamentario Alistair Carmichael: «Estos jóvenes aquí presentes nos han mostrado el camino del compromiso con la vida de sus comunidades y la dedicación de su tiempo y esfuerzos a la educación de las generaciones más jóvenes».
Con los relatos de los jóvenes, los asistentes pudieron conocer una dinámica singular: se desarrolla un proceso transformador cuando los individuos se sienten preparados para servir, las agencias canalizan de forma efectiva esa energía y la comunidad ofrece su apoyo alentador. Este espíritu de colaboración fomenta un profundo sentimiento de pertenencia que alimenta el deseo de los jóvenes de responder a las necesidades de su barrio con su aportación. Este ambiente no solo ha fomentado el crecimiento personal, sino que además ha promovido una comunidad más fuerte y cohesionada, señalaron los jóvenes.
Estas ideas fueron analizadas en un vídeo realizado para la ocasión por la Oficina Bahá’í de Asuntos Públicos.
O’Mara, secretario de la Asamblea Nacional del Reino Unido, declaró: «Durante los últimos 100 años, la comunidad bahá’í se ha dedicado a promover una identidad compartida que contempla a todas las personas como miembros de una sola familia.
«A través de las labores compartidas con nuestros conciudadanos, hemos aprendido a contribuir con los aprendizajes de las experiencias que son de relevancia para los profundos retos que afronta nuestra sociedad».