CIB Nueva York: Analizar el futuro del trabajo
CIB NUEVA YORK — Con el panorama en constante cambio del mundo laboral, en el que influyen la digitalización, la automatización y la inteligencia artificial, así como otras fuerzas tecnológicas o sociales, surgen una serie de preguntas profundas en la conciencia pública: ¿Cuál es la finalidad del empleo? ¿Qué tipo de vida conduce a la realización humana? ¿Qué tipo de sociedad queremos crear todos juntos?
La Oficina de la Comunidad Internacional Bahá’í (CIB) en Nueva York analiza estos temas en una nueva declaración titulada El empleo y más allá: aprovechar las capacidades de todos para contribuir a la sociedad, que se presentó en el 61º periodo de sesiones de la Comisión de Desarrollo Social de las Naciones Unidas.
La declaración reclama un examen de los supuestos en torno al mundo laboral que subyacen en los modelos económicos en relación con el trabajo. En muchos contextos, afirma la CIB, el concepto de trabajo ha pasado de ser un simple medio de subsistencia a reconocer el potencial creativo de los individuos para contribuir al bienestar de la sociedad.
En esta idea se basaron las aportaciones de la delegación de la CIB en relación con el tema prioritario de la Comisión para este año: «Crear empleo pleno y productivo y trabajo decente para todos como medio de superar las desigualdades...».
Las complejidades de este objetivo ya fueron destacadas en la declaración de la CIB: «La historia demuestra que el empleo por sí solo no fomenta sistemáticamente la igualdad. Muchos países, por ejemplo, han experimentado periodos con altos índices de empleo aparejados con desigualdades cada vez mayores».
En el Foro de la Sociedad Civil de las Naciones Unidas (grabación parte 1 y parte 2) celebradas durante la Comisión, Liliane Nkunzimana, representante de la CIB, amplió esta idea, haciendo hincapié en que los modelos tradicionales de empleo y salarios no son suficientes para promover sociedades igualitarias y prósperas.
«La inadecuada protección de los trabajadores en la economía formal e informal revela desigualdades sistémicas que priorizan las ideas de progreso basadas en limitados intereses personales y que conllevan el ascenso de unos pocos a costa de la generalidad de la humanidad», afirmó Nkunzimana.
El desafío consiste, pues, en avanzar hacia un sistema económico más equitativo que rechace la explotación de unos en beneficio de otros, hacia un sistema que satisfaga las necesidades y defienda la dignidad de todos.
Haciéndose eco de las preocupaciones de Nkunzimana, Arash Fazli, otro miembro de la delegación y titular de la Cátedra Bahá’í de Estudios sobre Desarrollo de la Universidad Devi Ahilya de Indore (India) habló de la necesidad de replantearse el paradigma económico dominante que ha regido muchas sociedades durante siglos y enfatizó la importancia de la interdependencia y la cooperación.
El doctor Fazli explicó que el pensamiento económico prevaleciente, que contempla a los seres humanos como «actores egoístas que maximizan la utilidad y valoran la búsqueda del crecimiento económico y la riqueza sin límites como el motor de la sociedad» ha conducido a una crisis de valores en la que las consideraciones económicas se han mercantilizado. Además afirmó que «El mercado se ha convertido en el árbitro de todas las necesidades y aspiraciones de la humanidad».
«Necesitamos un nuevo sistema de valores basado en la nobleza del ser humano ―agregó Fazli― y principios que fomenten una relación sostenible con el medio natural». Además enfatizó la importancia de los principios que reconocen la capacidad de todas las personas para contribuir a sus sociedades de manera constructiva, los cuales se centran en la unidad de la humanidad y promueven la eliminación de los extremos de riqueza y de pobreza.
Al reflexionar sobre estos debates, Nkunzimana subraya la importancia del creciente deseo en todos los niveles de la sociedad de remodelar el futuro del trabajo.
«Al enriquecer el diálogo sobre el trabajo mediante un análisis de los principios espirituales y morales pertinentes ―afirma Nkunzimana―, se crea una comprensión profunda de la necesidad de, por un lado, desarrollar las habilidades y destrezas para el empleo, y por otro, fomentar el compromiso con la justicia social».