Austria: «El café de la lengua» tiende puentes
VIENA — Lo que comenzó hace cuatro años como clases de alemán que ofrecía un grupo de jóvenes a sus propios padres y vecinos recién llegados a Austria se ha convertido en algo mucho más grande.
Las reuniones semanales organizadas por los bahá’ís de Viena en un centro comunitario atraen a pequeños grupos de personas para desarrollar no solo sus conocimientos del idioma sino también para construir lazos de amistad.
«En este lugar, muchas personas que antes se encontraban en lados opuestos de las divisiones religiosas existentes en sus países de origen están trascendiendo esas diferencias», afirma Puriya Mahally, miembro de la comunidad bahá’í.
Bajo el título «El café de la lengua», las sesiones semanales surgieron de las actividades de varios jóvenes en un barrio de Viena, que participaban en los programas bahá’ís de educación moral que fomentan la capacidad de servicio a la sociedad.
Mahally afirma: «“El café de la lengua” brinda a los participantes la oportunidad de mantener conversaciones sobre temas como la amistad, la igualdad de mujeres y hombres y nuestra humanidad común. Diversas familias llegaron a ver cómo compartían los mismos retos y aspiraciones».
Liselotte Falk, otro miembro de la comunidad bahá’í, explica que, como en las conversaciones se destaca el servicio a sus conciudadanos, los participantes se sienten motivados para contribuir al desarrollo del propio «Café de la lengua».
«Por ejemplo, la iniciativa ha motivado especialmente a las mujeres a ayudarse unas a otras a mejorar sus conocimientos de lectoescritura ―afirma―. Para algunas mujeres, esto no es nada fácil porque se les ha impedido recibir educación formal en su propia lengua materna».
Falk afirma que, tras consultar sobre este tema, algunas de las participantes con la ayuda del equipo organizador del «Café de la lengua» comenzaron a ofrecer clases de alfabetización en sus lenguas maternas.
Rahima, que anteriormente trabajaba como directora de una escuela en Afganistán y que se ha convertido en un miembro clave del equipo organizador del «Café de la lengua», afirma: «Los demás siempre ha tomado decisiones sobre las mujeres y con frecuencia se les ha impedido acceder a la educación. Pero ahora, al promover nuestra alfabetización y nuestras competencias lingüísticas, nos estamos volviendo autosuficientes e independientes. Tenemos más capacidad para ocuparnos de la educación de nuestros hijos.
«Cuando hablo con diferentes mujeres que participan en «El café», todas afirman que es la primera vez que han experimentado este verdadero espíritu de servicio».
Fahima, otra participante, explica que toda la iniciativa ha dado lugar a la idea de que la religión puede actuar como fuerza de progreso social. «En el pasado, se nos decía qué hacer, qué no hacer, con qué personas relacionarnos y con cuáles no. Pero lo que veo aquí son los verdaderos valores de todas las religiones».
Y añade: «Puedes ver la sinceridad en los actos. Ves a personas de diferentes religiones ayudándose unas a otras y compartiendo la comida. Es tan hermoso vivir este ambiente en el que no se discute sobre las diferencias. En lugar de eso, nos centramos en lo que nos une a todas, en nuestros anhelos para nuestras familias y en el deseo de impulsar un mundo más pacífico».