Kazajistán: El progreso social depende del compromiso con los principios espirituales
ASTANA, Kazajistán — Dirigentes religiosos de todo el mundo, entre ellos el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, se reunieron recientemente en el 7º Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales en Astana (Kazajistán) con el fin de analizar el papel de la religión para contribuir al progreso social en un mundo post-pandemia.
Lyazzat Yangaliyeva, miembro de la Oficina Bahá’í de Asuntos Externos de Kazajistán y una de las representantes de la comunidad bahá’í en el Congreso, afirma que el foro, que se celebra cada tres años, ofrece una oportunidad especial para que las comunidades religiosas fomenten una mayor comprensión y cooperación.
«El papel de la religión es establecer la paz ―afirma―. Sin embargo, los prejuicios arraigados, los estereotipos que excusan la violencia contra ciertos segmentos de la sociedad y las tradiciones perniciosas que han pasado de una generación a otra siguen dividiendo a las personas en todo el mundo».
Yangaliyeva explica que, a pesar de estos desafíos, existen claras muestras de que la religión puede ejercer un papel constructivo en la creación de lazos de confianza y cooperación, señalando cómo en la pandemia y en las recientes crisis medioambientales las comunidades religiosas han superado sus diferencias para responder a los desastres.
En su alocución durante una sesión plenaria del Congreso, el secretario general de la Comunidad Internacional Bahá’í, David Rutstein, manifestaba estas mismas ideas, afirmando que la confianza encuentra «su máxima expresión en el servicio a los demás y a la comunidad en general».
Al describir qué supone ser un líder en el que se pueda confiar, comentó: «Aceptan de buen grado el proceso de toma de decisiones y la acción colectiva y les mueve un compromiso con la justicia y el bienestar de toda la humanidad».
El doctor Rutstein agregó que el progreso social depende de una visión compartida del futuro basada en principios espirituales.
«Debemos promover la abolición de toda forma de prejuicio y exclusión y celebrar la diversidad de la raza humana. Debemos defender con pasión, con nuestras palabras y nuestras acciones, la igualdad de hombres y mujeres. Debemos abogar sin reservas por la armonía de la ciencia y la religión».
Citando los Escritos de Bahá’u’lláh, el doctor Rutstein añadió: «La afirmación de que «todas las personas han sido creadas para llevar adelante una civilización en continuo progreso» implica que todos tenemos la responsabilidad de contribuir a la paz, la prosperidad y la unidad de toda la familia humana».
Sobre el foro en sí, Yangaliyeva afirma que el espíritu de colaboración entre los dirigentes religiosos de Kazajistán se ha intensificado desde su celebración.
Yangaliyeva observa: «Esto se percibió claramente en la reunión organizada por el Ministerio de Asuntos Religiosos en la Oficina Nacional Bahá’í de Astana, poco después de la clausura del Congreso, en la que los representantes de diversas comunidades religiosas consultaron en armonía sobre el futuro de dicho foro».
Al Congreso, organizado por el Gobierno de Kazajistán y encabezado por el presidente Kassym-Jomart Tokayev, asistieron este año más de 100 delegaciones de más de 50 países, que representaban un amplio abanico de religiones y nacionalidades.