Un miembro de la Casa Universal de Justicia leyó el tributo escrito por la Casa Universal de Justicia para la ocasión. El tributo rezaba así: «La universalidad de Su amor generó una comunidad que, ya en aquella época, podía afirmar con justicia que era una muestra representativa de la sociedad. Su amor reavivaba, sustentaba, inspiraba; desterraba el distanciamiento y acogía a todos alrededor de la mesa del banquete del Señor».