CIB de Addis Abeba: Las iniciativas en favor del clima exigen las aportaciones de la ciencia y de la religión, afirma la CIB
ADDIS ABEBA, Etiopía — La oficina de Addis Abeba de la Comunidad Internacional Bahá'í (CIB) reunió estos días a científicos, representantes de comunidades religiosas y organizaciones de la sociedad civil para estudiar cómo las aportaciones de la ciencia y la religión pueden servir de base a los debates sobre el cambio climático.
«En última instancia, la raíz de la crisis medioambiental es una crisis espiritual», afirma Solomon Belay, de la Oficina de Addis Abeba.
El doctor Belay continúa explicando que, a pesar de la creciente atención que se presta al diálogo sobre el medio ambiente, sobre todo en los preparativos de la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático ―también conocida como COP 26―, que se celebrará en noviembre, hay pocos espacios de debate que analicen específicamente cómo la ciencia y la religión pueden liderar una respuesta eficaz a la crisis medioambiental.
Y añade: «Todos somos responsables del medio ambiente, cada persona, institución y nación. La magnitud del problema requiere una acción conjunta basada en las mejores pruebas científicas disponibles y fundamentada en principios espirituales, como la justicia y la unidad de la humanidad».
La reunión forma parte de las actividades de la Oficina de Addis Abeba para contribuir al diálogo sobre el medio ambiente y fue organizada conjuntamente con la Conferencia Panafricana de Iglesias (CPI) y la Iniciativa de Religiones Unidas (IRU).
Los ponentes debatieron sobre cómo las soluciones a la crisis medioambiental no se encuentran en un único sistema social. «La ciencia por sí sola no es suficiente, ni tampoco lo son las soluciones económicas», afirmó durante el encuentro Francesca de Gasparis, miembro del Instituto Medioambiental de las Comunidades Religiosas de África Meridional (IMCRAM).
«La fe tiene un papel muy importante ―continuó― porque es la conexión con los corazones y las mentes y tiene el poder de inspirar acciones constructivas».
Atieno Mboya, representante de la Oficina de Addis Abeba, describió la religión como una fuerza para crear nuevos modelos de vida individual y colectiva: «Uno de los retos de los extremos de riqueza y pobreza es que los que más sufren el impacto del cambio climático son también los que padecen la distribución desigual de los recursos».
Y continuó: «Es necesario replantear nuestros modelos económicos a la luz de los principios espirituales que ofrece la religión, como la unicidad de la humanidad, para garantizar el bienestar del planeta y de todas las personas».
Arthur Dahl, científico medioambiental y presidente del Foro Internacional del Medio Ambiente, destacó el principio bahá'í de la armonía entre la ciencia y la religión como fundamental en los debates sobre la justicia climática y el progreso social. «La crisis medioambiental cada vez más profunda es alimentada por una creciente cultura de consumo y una visión estrecha orientada a la obtención de beneficios materiales a corto plazo».
«La preservación del medio ambiente no solo exige nuevas tecnologías ―continuó― sino también una nueva conciencia sobre nosotros mismos y nuestro lugar en el mundo. A esto nos enfrentamos, a lograr expresar de una manera completamente nueva nuestra relación con la naturaleza así como las relaciones que sustentan la sociedad».
Tras esta reunión, titulada «El nexo entre el cambio climático, la fe y la ciencia», la oficina de la CIB en Addis Abeba tiene previsto seguir analizando, con diversos agentes sociales, científicos y comunidades religiosas, otros temas relacionados especialmente con la agricultura, la sostenibilidad rural y las migraciones, en el marco de la realidad social de los países africanos.