Las políticas agrarias son la clave para abordar las causas de la migración, según la Comunidad Internacional Bahá’í en Bruselas

28 de julio de 2020
Construcción de una «pirámide de alimentos» en un centro de instrucción de la Fundación Kimanya-Ngeyo para la Ciencia y la Educación, una organización de inspiración bahá'í en Uganda.

BRUSELAS — Los países suelen adoptar medidas para afrontar la llegada de migrantes y de solicitantes de asilo, como por ejemplo el control de fronteras y las cuotas migratorias, que tienden a solventar cuestiones inmediatas. En los últimos años, sin embargo, se ha evidenciado una conciencia creciente respecto a la necesidad de una visión a largo plazo que contemple las causas subyacentes de la migración.

La contribución de la Oficina de la Comunidad Internacional Bahá’í (CIB) en Bruselas se ha centrado en las causas subyacentes de la migración y ha fomentado la reflexión en este sentido. La Oficina ha facilitado espacios de debate, contando con la colaboración del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, para analizar junto con legisladores y organizaciones de la sociedad civil algunas de estas causas.

Rachel Bayani, de la Oficina de la CIB en Bruselas, con respecto a la pertinencia de ciertos conceptos espirituales en este debate, afirma: «El principio bahá’í de la unidad de la humanidad tiene profundas implicaciones en cómo las personas de un determinado lugar se plantean el impacto de sus decisiones y acciones, no ya en su propio entorno sino sobre toda la humanidad. Cualquier planteamiento novedoso de las respuestas políticas frente a la migración y los desplazamientos debe tener en cuenta este principio, ya que no se puede promover el bienestar de Europa de forma aislada del bienestar del resto del mundo».

Una de las causas que ha merecido la atención de la Oficina ha sido la relación entre las políticas agrarias y los motivos que originan la migración en África. En la última reunión sobre este asunto, la Oficina de la Comunidad Internacional Bahá’í (CIB) en Bruselas y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura auspiciaron la semana pasada un debate telemático, que reunió a más de 80 legisladores y otros agentes sociales de África y Europa.

Algunos de los participantes en un debate telemático organizado por la Oficina de la Comunidad Internacional Bahá'í (CIB) en Bruselas y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, que reunió a más de 80 legisladores y otros agentes sociales de África y Europa para analizar las conexiones entre las políticas agrícolas europeas y las causas adversas de la migración en África. Presentación
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Algunos de los participantes en un debate telemático organizado por la Oficina de la Comunidad Internacional Bahá'í (CIB) en Bruselas y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, que reunió a más de 80 legisladores y otros agentes sociales de África y Europa para analizar las conexiones entre las políticas agrícolas europeas y las causas adversas de la migración en África.

Bayani afirma: «En los últimos años ha habido una aceptación general de la necesidad de prestar mayor atención a los factores que empujan a las personas a abandonar su país de origen. Queremos analizar cómo los diferentes ámbitos políticos, como la agricultura, el comercio, la financiación y el medio ambiente, inciden en las causas de la migración.

Es complicado identificar las consecuencias positivas y negativas, pero ello no debiera ser óbice para no planificar estrategias a largo plazo que tengan en cuenta el bienestar de toda la humanidad».

Los participantes en el encuentro identificaron las rutas que suelen recorrer los migrantes desde las zonas rurales a las ciudades y de estas a terceros países y continentes. Los debates arrojaron luz sobre cómo las crisis económicas y medioambientales, la pérdida de tierra por parte de los agricultores y otros factores que llevan a las personas a abandonar las zonas rurales de África producen un efecto en cadena por todo el continente y fuera de este.

Geoffrey Wafula Kundu, coordinador del Programa para la Migración de la Comisión de la Unión Africana declaró: «La migración comienza en las zonas rurales. Si las personas se sienten insatisfechas en estas zonas, se ven empujadas hacia las ciudades y luego más allá de las fronteras».

Jannes Maes, presidente del Consejo de Jóvenes Agricultores Europeos, observó que las actitudes culturales positivas hacia la agricultura, especialmente entre los jóvenes rurales, son un elemento esencial en el fortalecimiento de las comunidades rurales en cualquier parte del mundo.

«El cambio de actitud hacia la agricultura exigirá la eliminación de barreras», declara Maes. «Las principales barreras —en Europa y también aquellas referidas por nuestros colegas africanos— son el acceso a la tierra, a las cadenas de distribución y a la financiación, incluso en aquellos casos en los que no existe un “capital nacional” sobre el que apoyarse. Todas nuestras sociedades han de hacer frente a estas barreras».

Análisis de suelo realizado en la Fundación Kimanya-Ngeyo para la Ciencia y la Educación, una organización de inspiración bahá'í en Uganda. Presentación
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Análisis de suelo realizado en la Fundación Kimanya-Ngeyo para la Ciencia y la Educación, una organización de inspiración bahá'í en Uganda.

Jocelyn Brown-Hall de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura dice: «[…] queremos asegurarnos de que, a la hora de hablar de migración, la agricultura forme parte de la solución y no se deje de lado».

Leonardo Mizzi, del Directorio General para la Cooperación y el Desarrollo Internacional de la Comisión Europea, comentó que las acciones que se llevan a cabo para producir una recuperación económica sostenible de la crisis del coronavirus ofrecen una oportunidad para establecer sistemas agrícolas más resilientes. «El COVID ha expuesto las fragilidades de sistemas como el comercio. ¿Qué tipo de sistemas de alimentación serán más resilientes en futuras crisis? […] Si no adoptamos una estrategia sistémica que contemple seriamente estos puntos, no nos recuperaremos. Las soluciones verticales no funcionarán. Necesitamos un proceso impulsado por los agricultores y los derechos humanos».

Kalenga Masaidio, de la Fundación Kimanya-Ngeyo para la Ciencia y la Educación, una organización de inspiración bahá'í de Uganda, explicó la importancia de impulsar la participación de las comunidades rurales en la generación de conocimiento acerca de los sistemas agrarios.

Masaidio declara: «El problema fundamental es el empoderamiento de los individuos y de los miembros de la comunidad rural para que puedan apropiarse de su propio desarrollo social, económico e intelectual. En lugar de pensar que la solución a estos problemas vendrá en cualquier caso desde el exterior […] el desarrollo debiera iniciarse en las comunidades rurales».

Fotografía realizada antes de la actual crisis sanitaria. Varias organizaciones de inspiración bahá'í en África han puesto en marcha iniciativas que permiten a las comunidades rurales participar en la generación de conocimiento respecto a los sistemas agrícolas. «Cuando los esfuerzos por contribuir al progreso social se inspiran tanto en la ciencia como en la religión, surgen oportunidades y estrategias que de otro modo no se identificarían», comenta Rachel Bayani. Presentación
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Fotografía realizada antes de la actual crisis sanitaria. Varias organizaciones de inspiración bahá'í en África han puesto en marcha iniciativas que permiten a las comunidades rurales participar en la generación de conocimiento respecto a los sistemas agrícolas. «Cuando los esfuerzos por contribuir al progreso social se inspiran tanto en la ciencia como en la religión, surgen oportunidades y estrategias que de otro modo no se identificarían», comenta Rachel Bayani.

Bayani, de la CIB en Bruselas, declara: «La pandemia ha puesto agudamente de manifiesto los defectos del orden internacional y cómo la unidad se hace necesaria para hacer frente a cualquier problema de una forma eficaz. Simplemente con disponer de un espacio en el que legisladores y agentes sociales de todos los continentes puedan reflexionar juntos a la luz de una comprensión realzada de nuestra unidad esencial supone un paso importante en la solución de un problema de magnitud internacional.

«Cuando los esfuerzos por contribuir al progreso social se inspiran tanto en la ciencia como en la religión, surgen oportunidades y estrategias que de otra manera no se identificarían».