Un grupo de jóvenes distribuye comida y se gana el apoyo de la ciudad y de la Guardia Nacional
NEW ROCHELLE, Nueva York — Cuando los efectos de la enfermedad del coronavirus COVID-19 comenzaron a hacer mella en la vida de su vecindario, un grupo de jóvenes centraron su atención rápidamente en las necesidades urgentes que provocaba el cierre de los colegios. En este barrio de la ciudad de Nueva York, los jóvenes estudian y participan juntos en las actividades bahá’ís que desarrollan sus capacidades de servicio a la sociedad.
Como las escuelas llevan dos semanas cerradas, muchos niños se han quedado sin una fuente importante de comidas diarias. Aunque la distribución oficial de comida iba a comenzar bien pronto, el grupo de jóvenes fue consciente de que las amistades y la experiencia que habían desarrollado colectivamente mediante actividades de construcción de comunidad, entre las que se encontraban también la distribución de alimentos, les permitiría organizar una respuesta inmediata entretanto.
«Estos jóvenes han profundizado su entendimiento del desarrollo espiritual dentro de una comunidad y la fuerza que se produce al afrontar juntos una situación difícil», comenta Timothy McKnight, un residente y activista comunitario del barrio.
«En estos momentos —prosigue el Sr. McKnight— tienen la voluntad de declarar "Nuestro servicio a la comunidad no se para sino que se adapta". Se trata de garantizar el bienestar de la gente y de tratar de ayudarles de la mejor manera que podamos mientras mantenemos la distancia y cuidamos de no propagar la enfermedad».
La misma noche que se anunció el cierre de las escuelas, los jóvenes se pusieron en contacto con la junta local de educación y hablaron con varios proveedores de la zona, que convinieron en donar comida. Adaptaron el salón comunitario del edificio de apartamentos donde viven y lo dispusieron como punto de distribución, con medidas para garantizar la distancia social y la higiene.
La junta local de educación informó a las familias, que pudieron recoger comida caliente al día siguiente. Esto permitió a los niños disponer de una buena alimentación en sus casas minimizando el contacto.
«Ya que los jóvenes reaccionaron rápidamente y tuvieron la libertad de actuar en su barrio —comenta Nima Yousefian, que trabaja con este grupo de jóvenes en sus actividades— pudieron ser quienes primero respondieron a la crisis, complementando la respuesta del Gobierno».
Las acciones del grupo llamaron la atención de las autoridades de la ciudad. En el segundo día de cierre de colegios, la medida que ellos habían establecido fue adoptada como punto oficial de distribución de alimentos por la Guardia Nacional del Estado.
«Obviamente hay un largo camino que recorrer en esta situación —comenta el Sr. Yousefian— y la ciudad tendrá innumerables necesidades durante la crisis. Pero los jóvenes siguen pensando en lo que pueden hacer para ayudar».