72 horas, un solo mundo
CENTRO MUNDIAL BAHÁ'Í — Hace unos momentos, el sol se puso en Hawái, poniendo fin a un período memorable durante el cual toda la tierra estuvo iluminada por el poder de la unidad.
El excepcional período que acaba de terminar con la puesta de sol en Hawái ha abierto una nueva ventana al mundo. En el curso de tres rotaciones de la Tierra, la humanidad en todos los lugares conmemoró los aniversarios de los nacimientos del Báb y de Bahá'u'lláh.
Estos días de conmemoración ofrecen un vislumbre de una humanidad que rara vez, o nunca, está representa tan profundamente en su unidad. Ni las fronteras, ni los conflictos entre las naciones, ni los prejuicios de clase, raza, religión o cultura, fueron capaces de oscurecer en lo más mínimo la realidad de que toda la humanidad es una.
La siguiente descripción, extraída del mensaje de la Casa Universal de Justicia con motivo del bicentenario del nacimiento del Báb, fue ilustrada a través de la multitud de ejemplos que fluyeron a lo largo de estos días:
«…son comunidades que se definen a sí mismas por su compromiso con la unicidad de la humanidad. Valoran la rica diversidad que representan todas las familias del mundo, al tiempo que sostienen que la identidad de uno como miembro de la raza humana tiene precedencia sobre otras identidades y asociaciones. Afirman la necesidad de una conciencia global, nacida de una inquietud compartida por el bienestar de la humanidad, y consideran a todas las gentes de la tierra sus hermanos y hermanas espirituales. No conformes con simplemente pertenecer a tales comunidades, los seguidores de Bahá’u’lláh están haciendo esfuerzos constantes por invitar a almas afines a unirse a ellos en el aprendizaje de cómo poner en práctica Sus enseñanzas».
Hace dos siglos, durante su breve y dramático ministerio, el Báb sufrió exilio, encarcelamiento y martirio a manos de dirigentes fanáticos que estaban decididos a apagar Su luz y a mantener a la población en las tinieblas. Él mismo durante Su encarcelamiento en la remota fortaleza de Mah-Ku fue mantenido en la oscuridad y Le negaron incluso una vela por la noche. En contraste con esa opresión, Su santuario en el monte Carmelo está iluminado cada noche como un recordatorio de que Su luz, y de hecho la luz de Bahá'u'lláh para quien Él allanó el camino, no puede ser apagada.
Las celebraciones que rodearon el planeta dieron vida a la conocida cita de Bahá'u'lláh: «Tan poderosa es la luz de la unidad que puede iluminar toda la tierra».