En desastres naturales, las capacidades de las comunidades locales se vuelven vitales
CIB NUEVA YORK — Con un creciente riesgo de desastres naturales en todo el mundo, se estudió la relación entre la capacidad local y la preparación y asistencia nacional e internacional como parte de un debate dinámico organizado por la Comunidad Internacional Bahá’í.
«A medida que pasamos del nivel global al regional, nacional, local, y a la comunidad, los silos que en ocasiones nos dividen empiezan a disiparse. Miramos a nivel de comunidad, el líder de la comunidad también es un vecino, también es un maestro. Todo el mundo usa tantos sombreros», dijo Daniel Perell, representante de la Comunidad Internacional Bahá’í. «Ese nivel de empresa en común que es tan habitual a nivel de barrio debe elevarse al nivel internacional».
La respuesta internacional a los desastres naturales es vital a la hora de traer a las áreas afectadas alivio urgente humanitario, recursos materiales, y conocimiento. Sin embargo, junto con la ayuda, el papel de la capacidad y preparación local es un área crucial de aprendizaje, así lo expresaron los participantes. Para la comunidad bahá’í, el poder de la unidad y la empresa colectiva así como la importancia de ciertas capacidades a nivel local se ha demostrado en numerosos casos de recuperación de desastres naturales en los últimos años.
Decenas de participantes, representando una diversidad de organizaciones no gubernamentales con experiencia en respuestas a desastres naturales y recuperación, se unieron a la conversación que tuvo lugar el viernes junto con el Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible. El evento estaba coorganizado por la Comunidad Internacional Bahá’í, la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres y la Red Global de Organizaciones de la Sociedad Civil para la Reducción de Desastres. Mami Mizutori, la Ayudante de Secretaría General y Representante Especial de la Secretaría General para la Reducción del Riesgo de Desastres, también asistió y habló.
El Foro, que empezó el 9 de julio y termina el jueves, es un encuentro anual de estados miembro de la ONU y ONGs para reflexionar acerca del progreso en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, 17 objetivos meta que la comunidad internacional aspira lograr para 2030. El panel del viernes fue uno de los tres organizados por la Comunidad Internacional Bahá’í, centrándose en varias áreas meta de los Objetivos de Desarrollo. Los otros dos paneles, que tuvieron lugar el jueves, se centraron en cómo la educación puede empoderar a los jóvenes a contribuir al progreso de su sociedad y en conceptualizar la paz no solo como una ausencia de conflicto sino como una condición del progreso colectivo.
En su declaración en el Foro, la Comunidad Internacional Bahá’í alabó el consenso de la comunidad internacional en relación a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero advirtió que «traducir esas aspiraciones a la vida real requerirá una expansión tremenda del “espíritu de solidaridad global fortalecida” de la Agenda de 2030. Será crucial, en este aspecto, asegurar que el reconocimiento de la naturaleza interconectada de la humanidad es una consideración principal tanto al formular políticas como en la acción».
El panel de respuesta al desastre del viernes mostró la diversidad de organizaciones que están pensando acerca del papel crítico de las comunidades locales. A este respecto, es central la relación entre la política nacional e internacional y la capacidad local y su habilidad para organizarse. Varios participantes comentaron la importancia de la respuesta mundial al desastre y su recuperación, pero indicaron que las políticas nacionales e internacionales deben estar en concordancia con las comunidades locales y deben surgir de sus propias prácticas.
Willy Missak, quien trabaja con Oxfam en Vanuatu, compartió la experiencia de su país al conectar la creación de políticas con las prácticas comunitarias, explicando que las políticas efectivas llegan cuando el gobierno y las organizaciones de la sociedad civil trabajan conjuntamente. La transformación, comentó, viene de la acción unificada en las bases, pero está necesita coordinarse con el nivel nacional.
Kathryn Adams, directora ejecutiva del LIDÈ con sede en Haití, habló acerca de los esfuerzos de su organización por ayudar a los locales a desarrollar experiencia en habilidades médicas, psicológicas, legales y de otro tipo necesarias para responder ante los desastres. «No hacemos lo suficiente en las respuestas a los desastres para infundir resiliencia. Con esto me refiero a encontrar maneras de convertir la respuesta al desastre en una oportunidad para empoderar a la gente a obtener herramientas para el uso futuro», explicó la Sra. Adams.
La experiencia de la comunidad bahá’í indica que la gente puede mostrar una extraordinaria resiliencia, generosidad, habilidad, y creatividad en tiempos de desastres. En su documento de 2016, Rising Together: Building the Capacity to Recover from Within, la Comunidad Internacional Bahá’í escribió que las comunidades «que han sido especialmente efectivas en su respuesta han estado, antes del desastre, trabajando conscientemente para crear patrones distintivos y beneficiosos para la vida colectiva». En poco tiempo, localidades donde el tejido de la vida comunitaria es fuerte son más resilientes y mejor equipadas para responder a desastres.