En Mozambique, la comunidad se moviliza después del ciclón
DONDO, Mozambique — Las casas de barro se habían derretido, se habían inundado las cosechas y las líneas eléctricas y telefónicas estaban cortadas. El 15 de marzo el ciclón Idai había devastado esta zona en gran parte rural conocida como el Corredor de Beira.
Después de varios días de diluvio, la Asamblea Espiritual Local se reunió durante la mañana del 19 de marzo para hacer balance de las necesidades de la comunidad. Convocar la reunión fue todo un reto: las líneas telefónicas no funcionaban y la única forma de comunicarse entre sí era ir a las casas de los demás.
El ciclón, uno de los peores registrados en el hemisferio sur, llegó a tierra devastando la ciudad portuaria de Beira con vientos sostenidos de 165 km por hora. Luego Idai se abrió camino 30 kilómetros tierra adentro hasta Dondo y por la noche estaba en Zimbabwe, debilitada pero aún vertiendo lluvias torrenciales. Después de que el ciclón se disipara, fuertes lluvias continuaron durante días, inundando las vías fluviales de la región y convirtiéndolas en un «océano interior», como lo describió el funcionario de las Naciones Unidas. Más de 1000 personas han muerto en la tormenta y sus secuelas; varios millares más siguen desaparecidas en Mozambique, Zimbabwe y Malawi. Los funcionarios de salud están trabajando para contener un brote de cólera, una enfermedad que se transmite a través del agua sucia. Hasta el domingo, se han recibido informes sobre 6506 casos de cólera y ocho muertes, selon la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.
En Dondo, la comunidad bahá'í se basó en su experiencia en la organización de actividades comunitarias para contribuir a la recuperación de la zona. Las reuniones de oración y el énfasis en la educación moral y espiritual han fomentado un sentido de solidaridad comunitaria que se extiende a toda la comunidad más allá de los intereses de cualquier grupo. En última instancia, un creciente espíritu de servicio se ha expresado en el sentido de poner a los demás por encima de sí mismos y de hacer hincapié en la consulta y la acción colectiva.
Inmediatamente después de la tormenta, antes de que la ayuda externa pudiera llegar, la Asamblea de Dondo decidió tomar medidas. Identificó dos prioridades: asegurar que las personas tuvieran un techo sobre sus cabezas y combatir la subida de precios.
«Nos dimos cuenta de que tenemos un equipo de jóvenes que pueden ayudar», explicó Erick Mhiriri, miembro de la Asamblea de Dondo y de la Asamblea Espiritual Nacional del país.
Los jóvenes adultos que participan en diferentes actividades educativas han estado ayudando a reparar y reconstruir casas dañadas por el ciclón. «Trabajan juntos; almuerzan juntos; rezan juntos —explicó el Sr. Mhiriri—;y después de su trabajo, reflexionan y planifican lo que hacen al día siguiente».
Hasta ahora, han reconstruido tres casas y reparado dos. Los jóvenes siguen trabajando en las viviendas destruidas por el ciclón y ahora lo consideran como parte de su servicio a la comunidad, añadió el Sr. Mhiriri.
Anticipándose al alza de precios después del desastre, justo después de la tormenta, la Asamblea de Dondo, recurriendo principalmente a sus propios recursos, compró alimentos y jabón a precios al por mayor más bajos y preparó pequeños paquetes de alimentos para las familias necesitadas. La Asamblea identificó cuidadosamente a las familias más vulnerables —por lo general, las que tienen niños pequeños o ancianos— y les dio alimentos para una semana.
«La gente ve que es un privilegio poder ayudar a otros que perdieron más que ellos —afirmó Arild Drivdal, secretario de la Asamblea Espiritual Nacional de Mozambique, quien también visitó Dondo poco después del paso del ciclón—. La Asamblea de Dondo asumió un papel importante. No usaron una fórmula fija. Ayudaron a las familias caso por caso dependiendo de sus necesidades».
La Asamblea Espiritual Nacional del país recibió ayuda de la comunidad bahá'í del mundo entero, que brindó ayuda financiera y logística, así como orientación basada en las lecciones aprendidas en esta área de acción por otras comunidades que se recuperaron de desastres naturales.
Con el apoyo de la Comunidad Internacional Bahá'í, las oraciones de los bahá'ís en todo el mundo y la dedicación y esfuerzos de la población local, se ha recordado a los habitantes de Dondo el hecho de que no están solos. Son parte de una comunidad mundial interconectada que contribuye al mejoramiento de la humanidad, comentó el Sr. Mhiriri.
Un mes después de Idai, la gente en Dondo, un área que depende en gran medida de la agricultura comunal, es fuerte y cumple con sus responsabilidades diarias, según el Sr. Mhiriri. Sin embargo, la comunidad tiene que hacer frente a peligros, como la propagación de enfermedades infecciosas.
El gobierno y los organismos de cooperación también han estado respondiendo a las necesidades en todo Mozambique, incluso en Dondo. Las Naciones Unidas asignaron 20 millones de dólares en fondos de emergencia días después del impacto del ciclón; la Cruz Roja de Mozambique y sus socios están distribuyendo kits de refugio a las personas necesitadas; y las organizaciones humanitarias internacionales han vacunado contra el cólera y lo han tratado durante las semanas posteriores al ciclón. El 15 de abril la organización humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras que los casos de cólera en Dondo están contenidos y bajo tratamiento. La ONU ha informado que el número de nuevos casos notificados continúa disminuyendo.