La erradicación de la pobreza solo es posible mediante una transformación estructural, afirma la Comunidad Internacional Bahá’í
CIB NUEVA YORK — Acabar con la pobreza exige algo más que cambios en las políticas sociales y económicas, no importa cuán eficientemente sean planificadas y llevadas a cabo. Exige un profundo replanteamiento de cómo se entiende y se aborda el problema de la pobreza. Esta idea constituyó la base de las observaciones de la representante de la Comunidad Internacional Bahá’í que abrió el 56º periodo de sesiones de la Comisión de Desarrollo Social de las Naciones Unidas el 29 de enero 2018.
«La vida colectiva de la humanidad sufre cuando cualquier grupo piensa en su propio bienestar sin considerar el de sus vecinos», afirmó Daniel Perell, representante y presidente del Comité de Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo Social durante la sesión de apertura de la conferencia en la ciudad de Nueva York.
«El rechazo de esta verdad fundamental conduce a males a los que estamos demasiado habituados ya –continuó el Sr. Perell.– El interés propio prevalece a costa del bien común. Se amasan cantidades desorbitadas de riqueza, aparejadas con abismos de miseria execrables».
La 56ª sesión de la Comisión de Desarrollo Social, que concluye el 7 de febrero, se centra en las estrategias para erradicar la pobreza. Explora múltiples dimensiones de este complejo y acuciante problema, incorporando la necesidad de alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres, la promesa y los potenciales peligros de la tecnología, temas como la discapacidad y la inclusión, además del papel especial de las familias, de las comunidades y de la juventud.
La CIB elaboró una declaración para la Comisión que reclama un profundo cambio de pensamiento. En referencia al objetivo de la Comisión de «erradicar la pobreza para lograr el desarrollo sostenible para todos», la declaración explica que «no se trata simplemente de una cuestión de extender el acceso a los recursos materiales, por muy desafiante que esto pueda ser. Más bien se trata de un esfuerzo de transformación estructural y social a escala nunca antes puesta en práctica. Y la magnitud de esta tarea exige nuevas formas de entender a los seres humanos individuales y a la sociedad en su conjunto».
La declaración continúa desafiando la suposición, en gran medida incuestionada, de que un obstáculo importante para abordar la pobreza es la escasez de recursos materiales en el mundo.
En el nivel sistémico, la presunción de que «no existe dinero suficiente» básicamente malinterpreta las realidades importantes del mundo. Los recursos financieros se están concentrando de forma creciente en ciertos segmentos de la sociedad, –manifiesta la CIB en su declaración.– El desafío, entonces, no es tanto la escasez sino más bien las elecciones y valores que deben inspirar la distribución de los recursos».
Más allá de la cuestión de los recursos financieros, la declaración de la CIB destaca la enorme capacidad latente en la humanidad para transformar el mundo y para resolver, en última instancia, sus desafíos más desconcertantes. Avanzar en esta dirección, sin embargo, implica un nuevo paradigma de pensamiento, en el que todas las personas se ven como reservas de capacidad que, cuando se habilitan, pueden contribuir al mejoramiento del mundo.
Muchas otras organizaciones e individuos de la Comisión se cuestionan en líneas parecidas los modelos actuales de pensamiento y de acción en los esfuerzos por erradicar la pobreza. El antiguo Director General de la Organización Internacional del Trabajo y orador principal Juan Somavía, por ejemplo, habló durante la sesión de la Comisión sobre la necesidad de reconsiderar cómo se percibe a la gente que vive en la pobreza. «Empoderar a la gente para que sea parte del proceso no es algo mecánico, porque las respetas y entiendes que la dignidad y el valor del ser humano son absolutamente esenciales, –manifestó.– No han perdido su dignidad por la situación en la que se encuentran y no se ven a sí mismos como una mera estadística».
En referencia al encuentro, el Sr. Perell comentó que «la Comisión continúa teniendo un gran potencial. Es un placer estar entre tantos representantes de gobiernos y de la sociedad civil que buscan nuevas soluciones de forma tan proactiva y que se cuestionan cada vez más las consecuencias de las actuales estructuras. La prueba será el grado en el que estas conversaciones puedan ser promovidas a nivel internacional y, lo que tal vez sea más importante aún, que puedan comenzar a remodelar el pensamiento y la práctica a nivel de comunidades locales y nacionales».