La prosperidad humana depende en igual medida de los factores sociales, morales y relacionales que de los tecnológicos, materiales y financieros, según afirma la Comunidad Internacional Bahá’í en una nueva declaración.

CIB Nueva York: La dimensión espiritual de la prosperidad mundial en el foco de una nueva declaración

23 de enero de 2025

CIB NUEVA YORK — La prosperidad humana depende en igual medida de los factores sociales, morales y relacionales que de los tecnológicos, materiales y financieros, según postula la Comunidad Internacional Bahá’í (CIB) en una declaración publicada en vísperas de la próxima 63ª sesión de la Comisión de Desarrollo Social, que se celebrará en febrero en la sede de las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York.

La declaración, titulada Fortalecer la solidaridad: la cohesión social como motor del desarrollo, subraya que numerosos retos mundiales tienen su origen en cómo las personas ven, valoran, responden y se relacionan con los demás.

«El reconocimiento de la identidad común de la humanidad y su unidad esencial es el factor fundamental en la resolución de estos desafíos», afirma Cecilia Schirmeister, representante de la Oficina en Nueva York de la Comunidad Internacional Bahá’í.

Basándose en las experiencias de comunidades bahá’ís de todo el mundo, en la declaración se analiza cómo las cualidades de veracidad, honestidad, generosidad y cooperación funcionan como bloques de construcción para crear comunidades más unidas y prósperas.

«La declaracion destaca que un desarrollo social de calado es del todo imposible a menos que se cultiven las cualidades espirituales que fortalecen el tejido social y que se desarrolle un sentido de responsabilidad para con el bienestar colectivo», afirma Schirmeister.

Y añade también: «Cuando observamos aquellos lugares donde las actividades bahá'ís de desarrollo comunitario se han consolidado, vemos cómo estas cualidades contribuyen a establecer pautas constructivas de vida individual y colectiva que sostienen el progreso tanto material como espiritual».

Schirmeister explica que, con el tiempo, surgen nuevos modelos de interacción, como una mayor colaboración entre los jóvenes y las generaciones mayores, o expresiones más pronunciadasvisibles de la igualdad de género y una capacidad realzada para la consulta y el diálogo constructivos. Todo ello fortalece los lazos de unidad y afianza la confianza y la seguridad entre distintos grupos de personas.

La declaración centra la atención en las experiencias que demuestran cómo las comunidades, mediante sus propios esfuerzos, logran ser más inclusivas y cohesionadas.

Schirmeister profundiza: «Lo que hemos aprendido es que cuando los principios espirituales permean las interacciones sociales, las comunidades no solo se integran más, sino que desarrollan una capacidad mayor para perseguir sus propias metas de desarrollo social y económico y alcanzar mayores niveles de prosperidad».

La declaración, disponible aquí (inglés), forma parte de la contribución sistemática de la Comunidad Internacional Bahá’í al diálogo sobre el desarrollo social y la promoción de la prosperidad humana en su sentido más amplio.