Este cuadro de un artista canadiense ilustra una vista de ‘Akká, ciudad en la que residió ‘Abdu’l‑Bahá durante cuatro décadas. Llegó como prisionero y exiliado junto con Su Padre, Bahá’u’lláh. A pesar de las numerosas tragedias y adversidades que sufrió en este lugar, ‘Abdu’l‑Bahá hizo de ‘Akká Su hogar y dedicó Su vida a servir a los habitantes de la ciudad, especialmente a los pobres. A su vez, llegó a ser reconocido y reverenciado en toda la región.