«Debemos aprender a vivir unidos»: Diez años desde la revolución de Túnez
TÚNEZ, Túnez — Este mes se cumplen diez años desde los acontecimientos que desencadenaron el cambio revolucionario en Túnez. Los tunecinos reflexionan sobre lo acontecido desde entonces y los diálogos en toda la nación se centran en el futuro del país. Como contribución a estos debates, los bahá’ís de Túnez organizaron recientemente una reunión, coincidiendo con el Día de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, para estudiar nuevos conceptos de ciudadanía.
«Cuando nuestra sociedad sufrió tan bruscamente un cambio dramático en 2011, la población carecía de experiencia para hacer frente a la nueva realidad emergente —declara Mohamed ben Mousa de la Oficina de Asuntos Externos de la Comunidad Bahá’í de Túnez—. El país ha tenido que aprender un nuevo nivel de responsabilidad y de compromiso. En este proceso es esencial la unidad y hay que promover la solidaridad y la empatía en toda la población. Aunque se han hecho progresos, todavía no es una realidad y muchas personas tienen cierto sentimiento de desarraigo».
La reunión atrajo a invitados distinguidos, entre ellos la diputada Jamila Ksiksi, Omar Fassatoui de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, así como profesores universitarios y representantes de comunidades religiosas. Además de los participantes que acudieron en persona, miles más se conectaron a los debates a través de una transmisión en directo por internet.
Hubo consenso entre los participantes en el encuentro sobre la importancia de promover la convivencia, si se quiere que todos los tunecinos contribuyan a su futuro colectivo.
La diputada Jamila Ksiksi comentó en la reunión: «El mundo, no solo Túnez, experimenta una escalada de discriminación. El objetivo es aprender a aceptar la diversidad y a vivirla juntos. La legislación existe, lo que se necesita es ponerla en práctica. Para ello, necesitamos un esfuerzo coordinado tanto de las instituciones del Estado como de la sociedad civil. La constitución tunecina incorpora la diversidad. Nuestro desafío será consagrarla en nuestra realidad cotidiana».
Ben Moussa profundizó en esta idea y explicó que para resolver el prejuicio y la discriminación se requiere una nueva mentalidad respecto a la noción de ciudadanía. «Aunque, como tunecinos, todos estamos orgullosos de que grupos diversos convivan, la discriminación forma todavía parte de nuestra realidad.
»Debemos aprender a vivir realmente como uno solo, a vernos como uno solo. La sociedad es un solo cuerpo. Si una parte sufre o pasa necesidad, entonces todas las demás partes deben unirse para ayudar».
Fassatoui habló de los esfuerzos institucionales en marcha que buscan promover la convivencia, especialmente entre los niños desde una edad temprana. «Túnez ha ratificado todas las convenciones internacionales relacionadas con los derechos humanos y las libertades religiosas. Como parte de ello, el país se encuentra en vías de garantizar que esa diversidad religiosa se enseñe en las escuelas».
Otros participantes en la reunión ofrecieron más comentarios sobre la importancia de la educación, entre ellos Daniel Cohen, un destacado rabino judío. «La escuela es el lugar en el que los niños aprenden a conocerse y pueden aprender sobre otras religiones. Es ahí donde aprenden a vivir juntos en primer lugar».
Los debates en el encuentro también abordaron las nociones de cooperación entre las diferentes tradiciones religiosas. Hablando al respecto, Karim Chniba, un imán que representaba a la comunidad suní del país, dijo «En el islam, es inaceptable que hagamos a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros mismos. No hay base para discriminar las personas por razón de su fe o de sus creencias».
Ben Moussa de la Oficina Bahá’í de Asuntos Externos explicó que las nuevas nociones sobre la ciudadanía deben basarse en la inclusividad y no la exclusión: «Las sociedades se han construido jerárquicamente a través de la historia: creyentes y no creyentes, personas libres o esclavos, hombres o mujeres. Como resultado, muchos sectores de la sociedad no han podido contribuir a la vida pública. En este ambiente, la sociedad no puede alcanzar su potencial.
El concepto de ciudadanía necesario para esta época tendría como base los principios espirituales de igualdad y de justicia».