Una serie de seminarios en Toronto, en los que se debatió el papel de las creencias y de las comunidades religiosas en la integración de las nuevas poblaciones en la sociedad canadiense, demostró que es posible una conversación abierta y razonada sobre cómo la religión puede servir de recurso para generar una comprensión compartida y promover valores comunes en la búsqueda de una sociedad más unida y cohesionada.